Sergi superó con nota su ‘final’ apelando al sentimiento
Con el triunfo en Kiev, ya justificó su interinidad con éxito
Con apenas cinco días en el banquillo del Barça, a Sergi Barjuan le tocó afrontar uno de los partidos más trascendentales de los últimos años. El club no solo se jugaba poder optar a estar en los octavos de la Champions, cita en la que no ha fallado en los últimos 20 años de forma consecutiva, sino también un pellizco importante de ingresos (9,6 millones que garantizan los 1/8), algo capital para la economía del club.
Pero con la misma determinación con la que aceptó el reto de ser el técnico interino tras la destitución de Koeman, Sergi afrontó el duelo ante el Dinamo en Kiev. Y más allá de su aportación táctica que trató de inculcar en los tres entrenamientos de que dispuso (en general se vio a un equipo más ordenado, que la apuesta por el 4-3-3 es irrenunciable pese a las bajas o que los centrales de nuevo se atreven a ser protagonistas con el balón y suben la línea), Sergi apeló al sentimiento. Pese a compartir con Koeman el haber formado parte del Dream Team y conocer la casa, Barjuan pudo ir un poco más allá que Ronald en el aspecto motivacional porque además de ser del Barça, se ha criado en el Barça, al igual que siete de los titulares ante el Dinamo (Mingueza, Eric, Alba, Busquets, Nico, Gavi y Ansu).
De ahí que en su charla previa al encuentro, el técnico tocara la fibra sensible de sus jugadores recordándoles que un club de la grandeza del Barça no puede quedar fuera de la Champions a las primeras de cambio y, como mínimo, se le exige estar entre los ocho mejores de Europa. Y la receta funcionó, aunque no sin sufrimiento porque el equipo necesita seguir creciendo y confiar en sí mismo.
Trabajo y determinación
Sabedor de que su misión era lograr que el equipo no quedara fuera de la Champions, tras recibir el encargo del presidente de cogerlo para dos o tres partidos, Sergi se aplicó con la misma profesionalidad y seriedad con la que afrontaba cada uno de los partidos a las órdenes de Cruyff. Como Puyol, Ferrer o ahora Mingueza, por poner algunos ejemplos, si consiguió triunfar en el Dream Team no fue por su exquisita técnica, sino por su trabajo irrenunciable y su determinación. La misma con la que, también siendo un chaval de 16 años, se levantaba a las seis de la mañana en la antigua Masia para ir a estudiar y así poder entrenar por la tarde sin renunciar a seguir formándose como persona.
Conseguido el objetivo, y pese a la trascendencia del triunfo -no solo porque mantenía al Barça vivo en la Champions sino porque era el primero de toda la temporada a domicilio-, Sergi de nuevo exhibió su perfil de persona discreta. Lo hizo en la celebración inmediata al triunfo, alzando el puño casi sin querer y posteriormente en la sala de prensa, con un discurso y un to- no irreprochables. Allí también volvió a apelar de nuevo al senti- miento, en este caso acordándose del Kun Agüero, un futbolista con el que apenas ha tenido trato, pero el justo para demostrarle que antes que profesionales son personas y de ahí que quisiera dedicarle el triunfo al argentino en un momento tan de- licado