En el Barça pasan cosas
No hace mucho, Mariano Rajoy soltó: “Los catalanes hacen cosas”. Aquella frase que causó entonces cierta perplejidad me suena ahora a vaticinio. Y es que, parafraseando, en el Barça también pasan “cosas”. Así, sin más, en genérico, a granel, porque no se me ocurre otra forma de contar lo que sucede en el Camp Nou. Son episodios de todo tipo a los que cuesta encontrar una explicación racional, un porqué a mí y no a los otros. Y no lo digo sólo por el extraño récord mundial de Emerson, al que se estuvo presentando como un crack durante cuatro horas y después de jugar una se le traspasó a toda prisa. Duró más sobre la tarima que sobre el césped. Me refiero a cosas, sí, a cosas más profundas como el arte del birlibirloque de tener a Messi y no tenerlo y de que en pocas horas fichase por el PSG; a esa interminable plaga de lesiones que condiciona al equipo día a día; al fenómeno Dembélé ,quea la que se pone a correr y se parece otra vez a un gran extremo, vuelve a la enfermería; a la circunstancia paranormal de no marcar goles; al hecho de no querer a entrenadores un día y al otro sí, caso de Koeman yde Xavi ,y a que un jugador dé relevancia a un mundial de globos. Más que tácticas de reanimación, el Barça necesita una solución radical. Nada de fichar técnicos y rebuscar delanteros ‘top’ que nos cuesten una pasta. La cosa va de tan mala suerte, es tan cruda, que lo mejor sería contratar un chamán para que haga uno de sus rituales y ahuyente los malos espíritus. El mercado está lleno, hay disponibles, algunos son unos verdaderos cracks y, además, sin cláusula de rescisión. No se me ocurre otra cosa