La vacuna de la discordia
Con Irving como símbolo, la NBA no sale del debate entre el derecho individual que defienden los jugadores reacios a vacunarse contra el COVID y el bien colectivo que invoca la Liga
El debate va más allá de la NBA. Nadie sabe aún, por ejemplo, si Djokovic se ha vacunado contra el coronavirus y si acabará renunciando a jugar el Open de Australia, país que vetará el acceso a los tenistas que no hayan pasado por el mismo ritual de la inyección que centenares de millones de personas en todo el mundo. Pero es en la liga mejor pagada del mundo y en Estados Unidos, el foco mediático número uno del deporte, donde el fenómeno anti-vacunas se ha hecho un sitio en los titulares. La pasada semana, 40 de los 450 jugadores de la NBA seguían sin vacunarse contra el COVID-19, un porcentaje significativo, amplificado por el nombre del ‘negacionista’ más famoso del deporte, Kyrie Irving.
Irving se las ha apañado para mantener vivo el debate: el derecho individual de los jugadores a controlar lo que entra en su cuerpo y no vacunarse, contra el bien común que invoca la NBA: una liga en la que todos estén vacunados siempre será
No se dan nombres, pero 40 jugadores de la NBA siguen sin vacunarse
más segura. Para Irving, megaestrella de los Brooklyn Nets que se aprestaban a buscar el anillo de campeones con su enorme clase y la de Kevin Durant y James Harden, la vacuna no es la solución, y de ahí no sale, como tampoco de la creencia de que La Tierra es plana, otra de las opiniones que le convierten en una figura pública peculiar.
Irving, como vicepresidente de la Asociación de Jugadores, cerró en septiembre un acuerdo con la NBA por el que los jugadores no podían ser obligados a vacunarse, pero los casos particulares como el suyo han convertido el pacto en papel mojado y han dejado a Kyrie en el ostracismo. Los Nets, usando la lógica empresarial, le apartaron del equipo: la ordenanza COVID en Nueva York, igual que sucede en San Francisco, impide la práctica deportiva ‘indoor’ a los no vacunados. Irving no iba a poder jugar los partidos de casa, y deja de ingresar unos 380.000 dólares por cada partido que no
Irving no cede, pero Wiggins, otro crítico con la vacuna, dio marcha atrás
disputa. Sostenible para alguien que ha ganado 160 millones a lo largo de su carrera, pero que puede perder otros 70 si finalmente, como se temen muchos, acaba anunciando su retirada para seguir fiel a sus principios. Es uno de los tres escenarios que se le presentan. Los otros dos: la rescisión de su contrato y que otro equipo asuma el riesgo, o imitar a Andrew Wiggins y dar marcha atrás en su postura.
Wiggins era la otra cara visible del movimiento antivacunas en la NBA, pero el jugador de los Warriors ha acabado cediendo y ya se ha puesto la primera dosis. Quiere seguir jugando y accedió a regañadientes, pero ya ha dicho que le preocupan “los efectos que pueda tener la vacuna a largo plazo en mi cuerpo”.
La evolución del coronavirus marcará el futuro de los antivacunas de la NBA, criticados con dureza por gente como Shaquille O’Neal o el propio Michael Jordan. “Estoy con la Liga. Espero que todos se atengan a las reglas de la NBA. Si lo hacen, estaremos a salvo”. Palabra de Jordan