Xavi ya ha logrado algo: 80.000 en el derbi
Después del inconcebible CeltaBarça, en el que un magnífico 0-3 se convirtió en un 3-3 y aún gracias, la llegada de Xavi al Camp Nou ya asegura una cosa: para el derbi ante el Espanyol den por hecho que habrá 80.000 culés en la grada. Un anticipo de ese ‘efecto ilusión’ que genera el nuevo entrenador se vio este lunes en su presentación. Su simple aparición se llevó de un plumazo el cabreo de Vigo.
Xavi no lo va a tener fácil, eso lo sabe todo el mundo, pero parte con una gran ventaja: por poco que haga esto ya mejorará. Tiene una idea muy clara del Barça que quiere, aunque eso que ya bulle en su cabeza igual no se verá con total nitidez hasta la próxima temporada, cuando pueda formar una plantilla plenamente a su gusto. De momento, deberá adaptarse a la realidad actual, en un equipo con pocos puntos y muchos lesionados, entre ellos los dos jugadores que en este plantel pueden romper la rutina del pase-pase-pase con el factor sorpresa de ir al espacio, como son Ansu y Dembélé.
Para los jóvenes, la presencia de Xavi como jefe será una referencia/idolatría que viene desde su infancia, cuando le veían liderar al Barça y a la selección que lo ganaban todo. Además, como medio que mandaba desde el campo al lateral o a quien fuera donde debían ponerse ya tenía el manual de entrenador en la cabeza. Con los veteranos, que fueron colegas en los días de gloria, deberá hacerles entender su nueva posición. Y de parte de los Piqué, Busquets o Alba también tendrán que poner de su parte para diferenciar que su antiguo compañero no es ya su compañero, sino su jefe. Han pasado ya algunos años desde que compartían vestuario; eso facilitará ese tránsito. En ese sentido, no se me ocurre mejor ejemplo que el que dio Luis Aragonés cuando en los años 70 pasó de una semana para otra de ser jugador a entrenador del Atlético. El primer día que se presentó en el vestuario ya como nuevo técnico empezó a llamarle de “usted” a los que habían sido sus amigos y viceversa. Y que nadie se equivoque. No es que a Luis se le subieran los humos, fue su forma de marcar las distancias necesarias que siempre deben haber entre el general y su tropa. Ahora ya nadie se habla de usted, pero las distancias deben existir