Sin premio final para 49.572 valientes
Pese al diluvio que cayó durante todo el partido, hubo media entrada en un Camp Nou que vibró con Dembélé
➔ Después del espectacular recibimiento al equipo el pasado sábado antes del derbi, ayer la afición azulgrana volvió a sorprender a los jugadores del Barça. La ilusión se mantiene intacta tras la llegada de Xavi y la comunión entre aficionados y jugadores es total. La grada de animación hizo un llamamiento para que los seguidores acudieran esta vez al hotel de concentración y centenares de aficionados respondieron a la cita. El ambiente a la salida del hotel NH Constanza fue espectacular, pese a la tromba de agua que cayó durante toda la tarde en la ciudad de Barcelona.
El diluvio impidió que el estadio repitiera el mismo aspecto del sábado ante el Espanyol, pero aún así asistieron 49.572 espectadores. Media entrada, con el diluvio incesante que cayó antes y durante el partido, tiene mucho mérito. Muchos se refugiaron en las filas posteriores, para resguardarse de la lluvia, mientras en el Gol Nord los integrantes de la Grada d’Animació se mojaban para mantener el sonido ambiente a tope y seguir maravillando a Xavi con sus cánticos. Se coreó a Gavi, hubo aplausos para Dembélé cuando salió a calentar en el descanso y la animación no cesó ni un instante.
De nuevo Xavi se mostró inquieto y activo en el banquillo. Empezó valiente y sin chaqueta, pero a la media hora de partido tuvo que pedir un anorak para protegerse del frío. Se pasó el partido otra vez de pie y no dejó de dar instrucciones, incluso en una ocasión retrasó un saque de banda de Araujo para darle unas consignas al uruguayo. Se le vio irritado con algunas decisiones del colegiado ruso y lamentó mucho alguna de las ocasiones desaprovechadas por el equipo.
La salida de Dembélé al campo se celebró casi como un gol. La afición está necesitada de alegrías y la aparición del francés fue recibida con ilusión, con la esperanza de que su irrupción fuera determinante para superar por fin a la defensa del Benfica. El francés saltó al campo en el minuto 65 y se llevó una ovación espectacular. Cada vez que el francés recibía el balón, rugía el Camp Nou. Dembélé reactivó al equipo y especialmente a la afición, que se volcó de nuevo para apoyar al Barça.
A medida que se acercaba el final del partido, afloraban los nervios en el campo y también en la grada. El gol anulado a Araujo provocó el éxtasis primero y el bajonazo después al comprobar que el asistente había levantado la bandera por fuera de juego del uruguayo.
Los últimos minutos fueron de infarto. Todo el banquillo del Barça de pie, en el área técnica, como si de una final se tratase. Porque era como una final, ya que le faltó un gol al Barça para certificar su pase a octavos y ahora se la jugará en Munich ante el todopoderoso Bayern. No hubo premio final para los 49.572 valientes que desafiaron al diluvio. Pero pese a la decepción por el empate, hubo ovación para el equipo porque los jugadores lo dieron todo y porque la grada ha vuelto a conectar con los jugadores. No se ganó, pero los aficionados se marcharon a casa orgullosos del equipo. Vibraron con el juego y se sienten identificados con lo que vieron en el césped. La ilusión de los últimos días se mantiene, porque hay paciencia con el proyecto de Xavi, aunque ayer no se ganara al Benfica ●
No se ganó, pero la afición se marchó orgullosa del equipo y de lo que vieron