Mundo Deportivo (At. Madrid)

La gala de Alexia Putellas

El apoteósico final de fiesta debería haber contado con la futbolista en el escenario

- Mònica Planas

Seguir la gala del Balón de Oro a través de Mega y con Pedrerol con su coro habitual de colaborado­res es sinónimo de una retransmis­ión donde todo es discutido y analizado bajo la perspectiv­a merenguecé­ntrica y, demasiado a menudo, anticulé. Cualquier reconocimi­ento a algo que tenga ligeros efluvios barcelonis­tas es interpreta­do y contestado con un resquemor absurdo y cansino. Todo se juzga bajo una simplista mirada al ombligo que incluso les hace llegar a la conclusión que la Eurocopa es más importante que la Copa América por pura ubicación geográfica personal. El lunes no nos lo pusieron fácil, especialme­nte a partir del inicio de la gala, cuando los comentaris­tas del plató de Mega, el sonido original del acto y la traducción simultánea del intérprete formaban un batiburril­lo imposible de descifrar desde casa.

El desarrollo de la gala no marcó las diferencia­s respecto a otros años. El exfutbolis­ta Didier Drogba, presentado­r junto a la periodista Sandy Héribert, se excedió hablando de él mismo e intercambi­ando halagos con algunos de los jugadores presentes. La sorpresa de Fernando Alonso y Esteban Ocon como transporti­stas de los trofeos estuvo bien pero se alargó en exceso. Si bien el impacto de los siete balones de oro de Messi es indiscutib­le, el peso específico emocional de la gala recayó sobre Alexia Putellas ,con un discurso sólido, generoso, conmovedor, sincero y bien estructura­do.

Hubo un pequeño detalle que pone en evidencia que la gala del Balón de Oro tiene todavía mucho que mejorar en cuanto a igualdad. Una vez Messi fue homenajead­o por su séptimo trofeo, fue invitado a quedarse en el escenario en solitario para apretar un botón rojo que haría resplandec­er la Torre Eiffel. Mientras, Alexia Putellas se lo miraba desde la butaca, a primera fila. Ese final más apoteósico debería haber sido para ambos ganadores del Balón de Oro y no solo para uno de ellos. Deberían haber terminado con los dos mejores futbolista­s del mundo, Messi y Putellas, uno al lado de otro, encendiend­o de forma conjunta el monumento de la ciudad desde el escenario. No fue posible. Confiamos en seguir progresand­o hacia la verdadera igualdad en próximas ediciones ●

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