De McDonald a Rice

En 2007 el Baskonia pudo alinear en la Supercopa ACB al pívot Will McDonald, afectado por el escándalo de su ‘matrimonio express’, después de que la FEB considerara que esta competición no tenía “carácter oficial”. El americano se había casado con una amiga española que admitió públicamente haberlo hecho como favor personal, y de esta forma obtuvo un pasaporte para ocupar plaza de comunitario. La Federación dejó el caso pendiente de estudio en un gesto no beligerante que, de todos modos, puso de manifiesto un caso vergonzante. Aunque con más sigilo, este año la Supercopa ha vuelto este año a ser escenario de otra polémica relacionada con nacionalizaciones si no ilegales sí dudosamente legítimas. Tyrese Rice, el base estrella fichado por el Barça, mantuvo ‘in extremis’ su pasaporte montenegrino tras una rocambolesca negociación entre la federación de este país y el Barça. Rice es en la práctica el tercer extracomunitario del Barça pero su filiación interesada con el país balcánico permite al club disfrutar de él (con Doellman y Dorsey) sin faltar a la norma. Han pasado nueve años desde el caso McDonald y, entre las muchas cosas que no se han movido en nuestro basket, está la política de extranjería y cupos de los clubs, obsesionados ahora igual que antes no sólo por el talento de los jugadores sino también por sus pasaportes. Un delirio que seguro ha reportado más pérdida de imagen que ventaja deportiva