Boomerang
Alas puertas de la final de Copa del Rey de mañana ante el Deportivo Alavés en el Vicente Calderón y del cambio de entrenador, una nueva crisis institucional sacude al Barça. Nada nuevo. El Camp Nou tiembla por uno de esos terremotos cíclicos aliñado con dosis de revanchismo personal. Esta sacudida es especialmente sangrante para el ‘bartorosellismo’ que gobierna el club desde hace casi siete años tras recibir un masivo apoyo social en 2010 y 2015. La tormenta perfecta judicial de ayer les retornó con saña el boomerang que lanzaron innecesariamente en 2010 con la pseudocoartada de la asamblea de compromisarios. El ‘coco’ Joan Laporta se cobró la revancha el mismo día que una jueza de la Audiencia Nacional decretaba prisión sin fianza para su enemigo íntimo Sandro Rosell. Ni los guionistas de ‘House of Cards’ hubieran sido capaces de escribir un capítulo tan redondo para el lucimiento laportista.
El caso de la acción social de responsabilidad es lo más parecido a un tiro en el pie. Desde el primer día de su mandato en el club azulgrana, Rosell deshizo más que hizo, dirigiendo desde el rencor sin pasar página. La guinda fue enviar a los tribunales a la junta anterior, al por mayor, por una cuestión contable muy interpretable. Bartomeu persistió (gran error) y ha acabado perdiendo la batalla y fracasando en su intento de conseguir jurisprudencia. Un viaje a ninguna parte que ha hecho sufrir a mucha gente.
El ideólogo de aquel error, aunque votara en blanco, está hoy en la cárcel. Deberá responder ante la ley por unos trapicheos millonarios destapados por el FBI que demuestran que mintió antes de y durante su presidencia. Mientras enarbolaba la bandera de la ética, se enriquecía ilícitamente. Ya es más que una sospecha. Otro boomerang que vuelve y que hace tambalear a su amigo Bartomeu. Su mandato en el Barça está tocado por un pasado muy presente