Elhomena edetodos
El ‘Dream Team’ pudo volver a sentir la sensación de aquella noche mágica en Wembley
Esta semana pudimos volver a reencontrarnos la mayoría de los jugadores, entrenadores y miembros del cuerpo técnico que estuvimos en Wembley aquel 20 de mayo de 1992, fecha en la que cambió la historia del Barça tras conquistar la primera Copa de Europa del club. Desde entonces se ha ganado mucho y de todos los colores, pero esa hazaña fue el inicio de lo que hoy todos los culés podemos disfrutar. Se realizaron varios actos en el ‘Fòrum Samitier’ para rendir tributo a aquel equipo, en los que participaron periodistas, entrenadores de la talla de Vicente del Bosque, Javier Clemente o John Benjamin Toshack y los propios protagonistas de aquella final ante la Sampdoria. Una previa necesaria y amena para entender lo que supuso ganar esa Copa de Europa, ahora que solo se considera un éxito ganar el triplete o acercarse a ello. El viernes, en la víspera del homenaje en el Camp Nou, celebramos una cena de gala con todas las familias, las otras grandes protagonistas del tributo, ya que sin ellas muchos de nosotros no habríamos podido saborear el éxito en aquella noche londinense. Allí compartí mesa con la directiva azulgrana y los expresidentes Josep Lluís Núñez y Joan Gaspart, así como con el artífice de que todo resultara un éxito, José Mari Bakero, al que desde aquí quiero agradecer su dedicación y entrega para reunir a un grupo que, fruto de su excelencia profesional, está repartido por el mundo exportando el modelo del Barça y exhibiendo su barcelonismo. También estuve al lado de Tonny Bruins, gran amigo y del que parece que no pasen los años por su espíritu juvenil y siempre activo, que estaba especialmente feliz por volver a Barcelona y recibir el homenaje del Camp Nou y ver de nuevo esos jugadores 25 años después de la noche mágica en Wembley. Tras el primer reencuentro, llegó el sábado, momento del plato fuerte del tributo. Un espectáculo por todo lo alto, en el que sentimos que volvíamos atrás en el tiempo y comprobamos que el cariño de la afición sigue intacto. El Benfica, con un Rui Costa que podría volver al profesionalismo, fue un digno rival y estuvo cerca de quitarse la espina de aquel partido en el Estadi que los apeó de la final de Wembley y nos dio el pase a nosotros. En definitiva, fue un homenaje para todos: jugadores, técnicos, familias y los propios aficionados, que por mucho que vayan transcurriendo temporadas recuerdan con plena lucidez el momento en el que el obús de Ronald Koeman en el minuto 111 de la prórroga perforó la meta de Pagliuca y dejó atrás las noches aciagas de Berna y Sevilla. Un reconocimiento a la altura de una generación única