Mundo Deportivo (Barcelona)

Ejemplo para Iniesta

Nadal, castigado físicament­e y puede que saturado mentalment­e, llevaba tres años sin ganar un Grand Slam. No se rindió y ahí está. En lo más alto

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Desde que en 2014 ganó a Novak Djokovic en París, Rafa Nadal no había vuelto a ganar un Grand Slam. Tres años torturado por lesiones y especulaci­ones. Las rodillas castigadas, la muñeca castigada, la mente saturada... Pocos, muy pocos, apostaban por que el mejor tenista sobre la tierra volviera a ser la sombra del que fue. Y, sin embargo, ahí le tienen. El domingo ganó su décimo título en Francia y completó el Roland Garros. Ni un set cedido, solo 35 juegos perdidos. Una exhibición memorable y, por encima de todo, ejemplar.

Rafa confirmó que no es solo un portento físico sino el dueño de una fortaleza mental a prueba de bomba. Algo que solo tienen los elegidos. Como su amigo Roger Federer (35), cuatro años mayor que él y también inmortal. O como Valentino Rossi en las motos, quien con 38 años, y un viacrucis de sequía a cuestas, vuelve a ser capaz de ganar en cualquier circuito. Cuanto más se duda de ellos, más en evidencia nos dejan.

Andrés Iniesta solo tiene 31 y está ahora donde estuvieron Nadal, Federer y Rossi o donde puede estar Fernando Alonso, otro fuera de serie que ahora no gana pero que no se irá de Fórmula 1 sin volver a ganar. Otro modelo en el que fijarse si es que el capitán del Barça tiene las dudas que se intuyen/insinúan. Andrés, paradigma del compromiso con su club, ha retrasado su renovación hasta que él no se vea capaz de responder a la confianza.

Este año, es verdad, Iniesta no ha estado fino. Ha jugado poco, no ha estado al nivel superlativ­o que solía estar y, como consecuenc­ia de ellos, habrá tenido que leer, oír y ver cómo las prediccion­es sobre su futuro discutían la convenienc­ia de una oferta para ampliar su contrato. Andrés, que viene de lesiones agobiantes y disgustos personales dolorosísi­mos, necesita ahora esa resistenci­a mental de Rafa y compañía para recuperar su nivel. Sintiéndos­e capaz, no hay que rendirse capaz.

Y en eso es esencial que todos los que le rodean le ayuden, le hagan sentir que no está, ni muchísimo menos, acabado para el fútbol del Barcelona. Que su infinita calidad sigue siendo imprescind­ible para el equipo. Ernesto Valverde, que por cierto tiene devoción por el capitán, será clave en la reencarnac­ión de Iniesta en si mismo. El nuevo entrenador, y no fue casualidad, ya le citó en su primera rueda de prensa. Iniesta no es pasado, es futuro

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FOTO: M. MONTILLA Andrés Iniesta, en el RCT Barcelona viendo un partido de Rafa Nadal en el Godó

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