“Todos tenéis un precio”
Es lo que pensaba el emir de Qatar hasta que Lionel Messi dijo ‘no’, por eso ficharon a Neymar y quizá firmen a Kylian Mbappé
997. Riad. Arabia Saudí. Copa de las Confederaciones con un Brasil espectacular; Romario, Ronaldo, Rivaldo, Roberto Carlos buuuf qué
equipazo... Nunca antes una mujer había entrado en un estadio de fútbol en Arabia Saudí. Una ‘abaya’ negra cubría mi cuerpo, no podía salir de la habitación del hotel sin cubrirme con el velo negro que completaba mi ‘indumentaria oficial’. La prensa local incluía mi imagen en portada, era la occidental que había conseguido trasgredir las normas porque la FIFA no habría permitido que denegasen mi acreditación por ser mujer. Amenazas en la habitación, humillación hasta en la sala del desayuno donde separaban mi mesa con un biombo de la del resto de huéspedes porque mi presencia era ofensiva. En el estadio, escolta de ‘mutauas’ que me acompañaban hasta el único baño habilitado para mí. ‘Lady’ escribieron en rotulador negro. Un príncipe quiso comprarme, el encargado de negociar con mi familia era uno de los escoltas que acompañaron cada uno de mis pasos en Riad durante tres semanas. “No tengo precio”, fue mi respuesta. “Todos tenéis un precio”, fue su contundente mensaje. Todos vosotros, occidentales, tenéis un precio. A todos vosotros os cambiamos por dinero.
Mi valoración en el mercado es ya una de esas anécdotas que sirven para ilustrar una vida informando desde las páginas de Mundo Deportivo con los ojos bien abiertos, como me enseñó el maestro Enric Bañeres. “No dejes que te lo cuenten”, siempre decía.
Han pasado 20 años y culturalmente poco ha cambiado en el mundo árabe que yo conocí. El “todos tenéis un precio” se ha trasladado al mundo del fútbol y el PSG y Qatar Investement Authority representan esa máxima que creen es irrefutable.
El emir de Qatar, Tanim bin Hamad Al Thani no entendió que Lionel Messi pudiera decir ‘no’ a los millones con los que quería cubrirle el PSG. Aún no había vivido la humillación del 6-1, aún no estaba inmerso en una guerra fría de la que debía salir demostrando poder e influencia.
Patrick Kluivert,
entonces director deportivo del PSG, sabía que a Lionel Messi no le podrían convencer sólo por dinero pero eso no lo entienden en Qatar. No lo entendían en Arabia Saudí.
Aquel día en el Camp Nou, Nasser Al-Khelaifi (presidente del PSG) no aguantó hasta el final del partido. El 6-1 fue una humillación imposible de aceptar. Él había sido un tenista mediocre, había llegado al puesto 995 de la ATP, había aprendido a perder... pero no podía permitirse una humillación así para su país, el emir no lo aceptaría.
“Todos tienen un precio...”. Y sí , Neymar si tenía un precio. Él y sus ‘toiss’ sí podían comprarse sólo con dinero. Como seguramente lo tenga Kylian Mbappé, porque lo del proyecto deportivo y el estilo era un cuento que servía antes para convencer a los futbolistas, ahora el PSG enseña pozos de gas natural y (casi) todos aceptan que tienen un precio.
Como mujer occidental pueden imaginar cómo habría sido mi vida en Riad, donde mi catalogación real era “menos con un perro”. Todos no, casi todos tienen un precio, el problema es que ese mensaje se hizo real cuando la Fifa concedió el Mundial de Fútbol a Qatar con Pep Guardiola como embajador del país que sigue rompiendo las reglas del juego. Ellos podrán convencer con dinero a todos los que piensen que el fútbol es sólo un espectáculo global que sirve para generar cantidades insultantes de dinero, todos aquellos que sigan disfrutando del placer de jugar a futbol, que sientan emoción por una camiseta, que se sientan identificados con un club, con una ciudad, se mantienen a salvo de la frase que más escuché en 1997: “Todos tenéis un precio”