Deberes por hacer
El Barça se presentó a la primera gran cita de la temporada sin los deberes hechos. Sorprende que en un club que presume de uno de los organigramas técnicos más complejos del futbol mundial haya sido incapaz de cerrar durante el verano los fichajes prometidos. Al final de la temporada pasada el diagnóstico de las necesidades de la plantilla eran claros. Se requería de un lateral derecho que liberase a
Sergi Roberto para jugar de medio, fichar a un centrocampista de corte creador para ir dándole relevo a Iniesta y, finalmente, a un delantero de banda. Bellerín, Verratti y
Dembélé eran los candidatos, pero poco a poco y por circunstancias diversas fueron cayendo y en su lugar se optó por segundas opciones como Semedo y Deulofeu.
La marcha de Neymar al PSG cogió a la cúpula del club con la guardia cambiada y con la inesperada necesidad de invertir los 222 ingresados por el brasileño.
Coutinho y, nuevamente Dembélé fueron los escogidos por los técnicos, pero la tenaz resistencia de sus clubs, están demorando excesivamente sus incorporaciones. Así con la plantilla a medio apedazar, llega la visita del Madrid. Valverde decide prescindir de Semedo y apuesta por Aleix, que fue un agujero negro en el flanco derecho y le otorga la titularidad a
Deulofeu, que atenazado por la responsabilidad, no arriesga en ningún uno contra uno. Para postres se confirma la dolorosa sospecha que Iniesta ya no está para estos grandes partidos. Los blancos se adueñan del partido e infligen un duro correctivo con las mismas armas futbolísticas que hicieron del Barça un equipo de referencia y para colmo dos futbolistas como Isco y
Marco Asensio, que no fueron fichados por negligencia, fueron dos de los más destacados de un partido que parece marcar el tan anunciado cambio de ciclo