Riazor y La Rosaleda

La primera parte de Getafe fue una especie de moviola de lo sucedido la temporada pasada en Riazor y la Rosaleda, escenarios donde el Barça dejó escapar la Liga por el exceso en las rotaciones de

Luis Enrique. En esta ocasión, como si Valverde se oliese la tostada, hubo un solo cambio, el de Sergi

Roberto por Semedo, respecto al once que había goleado cuatro días antes a la Juventus. Pero a pesar de ello y de las advertencias del “mister”, durante los primeros cuarenta y cinco minutos, el equipo volvió a estrellarse en el Coliseo del sur de Madrid contra las mismas armas exhibidas la temporada anterior por Deportivo y Málaga, con una defensa ordenada, intensidad máxima y rapidez en los contraataques.

Por fortuna en esta ocasión, el “txingurri” dispuso en el banquillo de los recambios necesarios para alterar el orden del partido, hasta el punto que dos de los futbolistas que entraron de revulsivos, como

Denis y Paulinho, con sendos goles acabaron solucionando el partido. Sin pasar por alto el desequilibrio de Deulofeu, sustituto de

Dembélé, lesionado de larga duración. Todo lo contrario, por ejemplo, de la Rosaleda, donde ni la inclusión tras el descanso de Messi e Iniesta sirvió para reconducir el rumbo de un partido, por culpa, especialmente, de la auto expulsión de Neymar.

Lo del sábado fue un primer aviso, donde con mucha mayor posesión pero con menos remates que el rival, se acabaron sumando de forma afortunada los tres puntos, contra un rival menor que forma parte del listado de partidos donde se acaban perdiendo las Ligas. Mañana con la visita del Eibar al Camp Nou y un calendario tan apretado, con siete partidos en el intervalo de veintiún días, toca hacer rotaciones. Esperemos que a

Valverde no se la vaya la mano