Mundo Deportivo (Barcelona)

Sloane Stephens, una historia de película con final feliz

- @gemmaherre­ro Gemma HERRERO

El 9 de septiembre en Flushing Meadows una tenista de 24 años llamada Sloane Stephens barrió en la final del US Open a su compatriot­a y amiga Madison Keys por 6-3 y 6-0. La sorpresa fue mayúscula. Nadie contaba con ella y era lógico porque el 31 de julio Stephens era la 957 en el ránking. En seis semanas ha logrado subir nada menos que 940 puestos hasta auparse al 17 y ganar su primer Grand Slam. Si la gesta de Rafa Nadal fue memorable, no lo es menos la de Sloane Stephens, que después de un año sin poder ni siquiera coger una raqueta por una fractura en el pie que se complicó se ganó la simpatía de todo el mundo tras su reacción cuando recibió el sobre con el cheque de 3,7 millones de dólares por su victoria: “¡Claro que quiero volver a ganar un Grand Slam! ¿Habéis visto el cheque que me han dado?.

Feliz y extroverti­da, hizo reír a todos los periodista­s cuando le preguntaro­n cómo se sentía: “No hay palabras para describir cómo llegué aquí porque si le cuentas a alguien una historia así pensaría que es una locura. ¿Que en qué pensaba cuando recogí el trofeo? Cuando me hicieron las primeras fotos, estaba preocupada por cosas como el sudor de mi pecho. Eso es lo que más recuerdo de la foto, lo siento” Y sí, tenía razón Stephens; su historia hasta llegar a ganar el US Open es de película.

El deporte en las venas

Nació en Florida en 1993 y era difícil que no se dedicara al deporte porque lo lleva en las venas. Su madre Sybil Smith fue la primera nadadora de origen afroameric­ano en ser selecciona­da para la máxima división del deporte aficionado en Estados Unidos, y su padre fue John Stephens, que jugó en la liga profesiona­l de fútbol americano con los New England Patriots, los Green Bay Packers y Kansas City Chief .

A los 9 años su madre, que se había divorciado de John Stephens cuando ella era una niña, la animó a que empezara a jugar al tenis. A los 11 Sybil y su nuevo marido la llevaron a su primera Academia de tenis y uno de los directores les dijo que sería un milagro que llegara a jugar en la segunda división, pero obviamente pasaron por encima de su opinión y Sloane siguió practicand­o con la raqueta.

Cuando tenía 13 años retomó la relación con su padre y ganar en Flushing Meadows fue muy emotivo para ella como reveló a la prestigios­a revista ‘Sport Ilustrated’, que le dedicó su portada tras vencer: “Con 16 años cuando me estaba preparando para el torneo del US Open junior y estaba sentada en la línea de transporte para llegar al estadio mi hermana me llamó y me dijo que mi padre había muerto en un accidente de coche. Me puse histérica. Si alguien me hubiera dicho entonces que años después ganaría aquí le hubiera contestado que estaba loco. Porque es una locura, pero así ha sido. Fue muy triste, así que ganar aquí es todavía más especial para mí”.

La primera vez que llamó la atención en el mundo del tenis fue hace cuatro años, cuando en el Abierto de Australia ganó nada menos que a Serena Williams en los cuartos de final, aunque luego cayó en semifinale­s. Su progresión fue lenta y hasta el 2016 no apareció otra vez en escena tras ganar tres títulos que la colocaron entre las 30 mejores tenistas del mundo. Parecía que su carrera por fin se encarrilab­a cuando todo se vino abajo.

Un año sin poder jugar

Sloane se estaba preparando para participar en los Juegos Olímpicos de Río cuando comenzó a sentir dolor en su pie izquierdo; sufrió una fractura por estrés y estuvo cuatro meses de baja. Cuando volvió a entrenarse, el pasado mes de enero, el dolor volvió y tuvo que ser intervenid­a quirúrgica­mente. Durante 12 semanas ni siquiera podía apoyar el pie y pensó que su carrera se había terminado. Entonces tuvo tres apoyos fundamenta­les que no la dejaron hundirse: su madre Sybil, su amiga Madison Keys que se entrenaba junto a ella con Kaman Murray y la llamaba constantem­ente para animarla -quién les hubiera dicho entonces que las dos jugarían la final del US Open- y su novio Jozy Altidore. ¿No les suena el nombre? Le fichó el Villarreal en el 2008 y fue cedido después al Jerez. Tras pasar por varios clubes en Europa ahora juega en el Toronto FC de la Major League Soccer. “Cuando no podía ni moverme siempre estuvo a mi lado y no dejaba de hacerme bromas, fue fundamenta­l porque siempre me hacía reír a pesar de todo”, admitió la tenista.

Después de once meses lesionada, el pasado mes de mayo por fin pudo comenzar a entrenarse. Perdió en la primera ronda de los torneos de Wimblendon y Washington, pero no se vino abajo. Estaba encantada de volver a competir y se repetía “sigue luchando”. Y así, batallando, llegó hasta la final del US Open ante su amiga y consiguió su primer Grand Slam. “Es una locura”, repetía tras ganar. Y tras conocer su historia sin duda es inusual, pero desde luego se lo merece porque el camino fácil hubiera sido rendirse. Y Sloane Stephens nunca lo ha hecho

En julio, Sloane era la 957 del ranking tras un año lesionada. Hoy es la reina del US Open

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AP Sloane, con el trofeo de campeona del Open USA que ganó partiendo del puesto 957 de la WTA
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