Azahara y Ciganda están al acecho de la líder Hall
La malagueña Azahara Muñoz hizo 64 golpes en la segunda jornada del Open de España, puntuable para el circuito europeo femenino, para situarse segunda empatada con 133 (-11). Es el récord del campo en Guadalmina Sur (Málaga) y la mejor ronda de golf de su vida. No fue la más baja, ya que tiene un 63 (nueve bajo par) en la tercera ronda del LPGA Canadian Pacific de 2014, pero la tarjeta de ayer la firmó en casa (es de San Pedro de Alcántara) , rodeada de su gente, con sus padres, sus amigos y cuando no atravesaba precisamente su mejor momento.
La vuelta de 64 golpes fue espectacular, y no sólo por los cinco birdies seguidos entre los hoyos 3 y 7, sino porque todo lo hizo bien, dejó varias bolas muy cerca de la bandera, metió buenos putts y fue muy tranquila por el campo, segura, confiada de lo que estaba haciendo. Así, se metió en la pelea por la victoria. Está a un golpe de la líder, la británica Georgia Hall (67 para 132). Estos 64 golpes igualan su mejor vuelta de siempre en el Ladies European Tour. La primera y única vez lo había hecho en el Madrid Ladies Masters, en 2014.
Horas después terminó su amiga Carlota Ciganda, magnífica también en esta segunda vuelta con una tarjeta de 67 golpes y limpia de errores: tres birdies y un eagle para 133, a uno también de Hall. Entre Hall, Azahara, Ciganda y la sudafricana Pace, 4ª clasificada, parece que se dilucidará el triunfo tras ‘pinchar’ ayer Suzann Pettersen con 73 para 139.
Azahara explicó que ha vuelto a pedirle consejo a su entrenador de toda la vida, Marcelo Prieto, y uno de los responsables de los equipos nacionales de la Federación Española. El martes, en la ronda de prácticas, vio a Marcelo que andaba de visita por el Open de España y se había parado a mirarla. La malagueña pegó dos bolas, falló las dos y le confesó que se había puesto nerviosa al verle. Quizá por las ganas… Acto seguido le dijo: “de aquí ya no te mueves. Acabas la vuelta conmigo y hablamos…”. El último consejo de aquel día fue clave para recordar viejas sensaciones