Mundo Deportivo (Barcelona)

Girona vivió una noche histórica y reivindica­tiva

Montilivi fue una fiesta en la primera visita del Barça en Primera y la grada ovacionó a Puigdemont tras lo sucedido esta semana

- Gabriel Sans Girona

El partido de ayer pasará a la historia. Se trataba del primer Girona-Barça en Primera División, del estreno del nuevo derbi y del séptimo rival catalán al que se enfrentaba el Barça en la máxima categoría. “Montilivi le da la bienvenida al único rey que manda en Catalunya, Leo Messi”, rezaba una pancarta que se desplegó junto a los banquillos coincidien­do con la salida de los jugadores al campo.

El Barça y Messi fueron recibidos con todos los honores por una ciudad que hasta hace poco compartía prácticame­nte la misma afinidad por el conjunto azulgrana que por el Girona. Pero ahora ambos equipos compiten en la misma categoría y la ciudad se volcó con los suyos. Hicieron caso al ruego de Pablo Machín y las camisetas rojiblanca­s fueron mayoría en las gradas, aunque para muchos el Barça sea su segundo equipo. Pero ayer tocaba animar al Girona y así lo hicieron.

El calendario ha sido caprichoso y el nuevo derbi catalán se jugó a pocos días del 1 de octubre y después de una semana convulsa en Catalunya por todo lo sucedido. El presidente de la Generalita­t y ex alcalde de Girona, Carles Puigdemont, presidió ayer el partido desde el palco y su llegada a Montilivi se convirtió en una nueva reivindica­ción ciudadana.

De forma espontánea, y antes incluso de que la megafonía anunciara su llegada, la grada se percató de la presencia de Puigdemont y lo recibió con una espectacul­ar y sentida ovación. Acto seguido,

Pese a la simpatía con los azulgrana, el rojiblanco fue ayer el color mayoritari­o

empezaron a cantar ‘a capela’ Els Segadors, mientras en las gradas aparecían decenas de banderas catalanas, ‘esteladas’ en su mayoría, y muchas pancartas a favor del referéndum y del ‘Sí’, que se habían repartido en la previa del partido en los aledaños del estadio. Como ya sucedió en el Camp Nou el pasado martes ante el Eibar, el público acabó cantando “votarem, votarem”.

En el palco, Puigdemont siguió el partido junto a la presidenta del Parlament, Carme Forcadell, y con Delfí Geli, presidente del Girona y Jordi Cardoner, vicepresid­ente azulgrana, puesto que Josep Maria Bartomeu ya había anunciado la víspera que por motivos familiares no asistiría al partido.

Antes del descanso, el Girona anunció que ayer había en Montilivi 13.305 espectador­es, la mejor asistencia de su historia, gracias a la visita del Barça y a la remodelaci­ón del pasado verano para adaptarse a la Primera División.

Pese a la clara superiorid­ad azulgrana, la grada de Montilivi fue una fiesta permanente y en ningún momento dejaron de animar a los suyos. Sólo alguna decisión arbitral provocó cierto desencanto entre una afición para la que sólo el hecho de poder estar midiéndose al Barça en partido oficial ya es un premio. Aplaudiero­n a su equipo por plantarle cara a los azulgrana pese a la derrota, no bajar nunca los brazos y se marcharon a casa orgullosos de la imagen ofrecida por un equipo que no hace mucho se medía al filial barcelonis­ta en Segunda B.

Montilivi cerró la noche con una gran ovación a Andrés Iniesta y con el pequeño consuelo de que al menos evitaron que Leo Messi les marcara un gol

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FOTOS: PEP MORATA/PERE PUNTÍ Las gradas de Montilivi fueron una fiesta para celebrar la primera visita del Barça en Primera División. En el palco, Carles Puigdemont siguió el partido junto a Carme Forcadell, Delfí Geli y Marta Madrenas, alcaldesa de Girona
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