Piqué la política y el deporte
Siempre he defendido que el deporte es política y la política también es deporte. No existe la neutralidad política en el deporte, como no existe la objetividad en el periodismo. A nuestro oficio lo que se le debe exigir siempre es honestidad y honradez. Y, en su larga historia como defensa central de la selección española y con el FC Barcelona, Gerard Piqué siempre ha dicho lo que pensaba con absoluta claridad, y ha defendido las dos camisetas con un total compromiso. Desde su apuesta por la defensa de su catalanismo, ha opinado con total libertad no solo sobre el mundo del fútbol, de sus rivales, sino también de la vida, de la sociedad, de la cultura y del espectáculo. Entonces... ¿por qué no lo iba a hacer de la política? Sin duda Piqué está entre los muchos que conocen esa teoría. Esa que dice que el deporte también es política.
Sin ir más lejos, ayer, en una modélica rueda de prensa, Gerard tuvo una frase que suscribo totalmente: “Somos jugadores, pero ante todo somos personas. Hablar de política es un marrón, pero… ¿por qué no expresarse? ¿Por qué un futbolista no puede hablar de política?”.
Ejemplos los hay y muchos en la historia. Recuerdo una fotografía del más grande, el boxeador Muhammad Ali, cuando se negó a alistarse en el ejército de Estados Unidos en plena guerra de Vietnam. Era el año 1967. Pero no hace falta ir tan lejos. Hace solo unos días hemos visto cómo los jugadores y hasta los propietarios de los equipos de fútbol americano de la potentísima NFL protestaban pacíficamente contra su presidente, Donald Trump, quedándose en el vestuario, arrodillándose en el estadio, o entrelazándose los brazos cuando sonaba el himno nacional. Un movimiento social al que se han sumado muchos otros compañeros como los cracks de la NBA Stephen Curry o LeBron James.
Volvamos al conocido como ‘caso Piqué’. Es colosal su firmeza de seguir yendo a la selección española. Es formidable cómo ha explicado perfectamente en mil declaraciones por qué lo hace y lo seguirá haciendo hasta llegar al Mundial de Rusia de 2018. Allí creo que se despedirá -aunque ayer en su espléndida intervención dejó alguna duda. Se despediría como un señor. Mientras entrena y juega, ni un mal gesto. No debe haber muchos deportistas que hayan sido tan silbados e insultados de palabra y de pancarta durante tanto tiempo. Partidos y partidos. Gerard es, sin duda, el rey de la paciencia. Un auténtico santo Job.
Mañana me temo que volverá a ser pitado e insultado por la mayoría del estadio en el Rico Pérez de Alicante en el partido de España contra Albania. No serán unos cuantos, serán muchos. Al final, como excelente competidor que es, si gana la selección, que es lo más probable, celebrará con sus compañeros -Sergio Ramos incluido, de quien volvió a afirmar que “se llevan de maravilla”- el pase definitivo al Mundial de Rusia del próximo verano.
Piqué merece el respeto de las personas que defienden el diálogo y la libertad de expresión. Es posible que con su brillante rueda de prensa de ayer no haya convencido a los que le silban y le insultan, lo que volvería a confirmar que deporte y política son inseparables. Gerard lo sabe. Piqué volvió a dar la cara. En Madrid
Es colosal su firmeza de seguir yendo a la selección española y formidable cómo lo ha sabido explicar una y mil veces