Rakitic y Modric, al Mundial sin sudar demasiado
Tras el 4-1 de Zagreb, Croacia vivió de rentas en El Pireo ante un equipo griego incapaz de ganar ni el parcial
Ivan Rakitic y Luka Modric, dos fijos en las alineaciones de gala del FC Barcelona y Real Madrid respectivamente, jugarán en verano de 2018 el Mundial de Rusia. Los grandes referentes de la selección croata y sus compañeros vivieron de rentas en Atenas tras el 4-1 que traían de Zagreb en esta definitiva ronda de repesca ante Grecia para sellar oficialmente su presencia en el gran torneo de selecciones.
Los croatas, fieles a su infalible tradición, volvieron a ganar una eliminatoria final previa a una gran competición. Lo hicieron por quinta vez para asegurar, también, el quinto Mundial de su historia. La escuadra griega necesitaba una remontada histórica en la que no creyeron ni sus propios aficionados, que no llenaron el Estadio Giorgios Karaiskáki. De hecho, ni siquiera ganaron un partido marcado por el plácido conformismo croata y la desesperante inoperancia griega. El 0-0 final reflejó fidedignamente lo que fue el encuentro.
La revolución en la alineación griega que introdujo Skibbe se quedó en la pizarra. No hubo ni un solo segundo para creer, no ya en la remontada, sino acaso en la victoria parcial y honrosa. Manolas, Torosidis, Tachtsidis, Christodoupoulos y Bakeseta fueron las novedades en el once griego. En Croacia la noticia fue el retorno de Mandzukic, reservado en Zagreb.
En la primera parte, un chut raso de Sokratis por parte griega, y un zurdazo lejano de Perisic que repelió el poste fueron los únicos ¡uy! que arrancó el tedioso periodo. Rakitic, exhibiendo galones, asumió la ejecución de una falta escorada al borde del área, pero su disparo se fue muy alto. Nada más.
Tras el descanso, Skibbe dio entrada de golpe a Giannotas y Fortounis, pero Grecia seguía sumida en el sopor. Tanto, que lo histórico no fue la remontada sino acallar al público heleno. Levantar aquello ya era más difícil que ganar la batalla de las Termópilas a Jerjes. La sustitución de Mitroglou, su hombre gol, a un cuarto de hora del final, fue como una capitulación oficial. Su relevo, Pelkas, tuvo quizás la mejor oportu- nidad ya en el minuto 90, pero su re- mate a la Acrópolis cerró la tragedia griega. Acabó el partido y tan claro estaba el desenlace que el festejo croata fue tan frio como la despedi- da del público griego a los suyos