El apocalipsis y la vida real
Italia, devastada por no ir al Mundial, nos enseña que no le podemos dar tanta trascendencia al fútbol
La guerra en la antigua Indochina con todo el musculo militar de las grandes potencias, con armamento de destrucción masiva, violaciones, guerra de guerrillas, grandes batallas, napalm, matanzas en aldeas, bombardeos masivos, torturas, agentes químicos, millones de muertos y desplazados… ese fue un verdadero apocalipsis, no el vivido la pasada semana en San Siro.
De todos los artículos que se han escrito sobre la caída de la squadra azzurra, el más interesante ha sido el que ha firmado el novelista inglés Tim Parks, en la prestigiosa revista The New Yorker.
El periodista se extrañaba que la palabra apocalipsis se empleara en una situación relacionada con el fútbol en un país que vive con una amenaza sísmica mortal permanente, con el 35% de los jóvenes adultos desempleados, una industria en recesión, una crisis inmigratoria africana muy profunda, un escenario de futuro financiero nada claro, con mafias campando por las grandes ciudades y con un sistema político poco equilibrado.
Hace sólo unas semanas en este mismo espacio se explicaba que las largas e interminables fases de clasificación para los Mundiales carecían de interés excepto en aquellos casos en los que un grande –un campeón del mundo- no alcanzaba la clasificación. Se recordó a la Inglaterra de Ramsey o a la España de Kubala al caer con estrépito en sus clasificaciones para el Mundial de Alemania 74.
Todas las grandes culturas del fútbol han sufrido sus apocalipsis… El Barça tuvo su dosis de apocalipsis ante el Steaua en Sevilla, donde sufrió un mazazo difícil de describir y de digerir.
¿Y Brasil?
Los pentacampeones siguen viviendo como una pesadilla haber perdido una final en Macaraná ante Uruguay, en 1950 –el maracanazo-, y la goleada de Alemania en el pasado Mundial en Belo Horizonte por 1-7 en el estadio Mineirao –el mineirazo-.
El mundo mueve pasiones. En los cinco continentes. Si algo no se le podrá reprobar a la FIFA es que no haya estructurado bien este deporte. Hoy en día, con EE UU y China adscritos a la reglamentación FIFA, todas las ligas del mundo y todas las competiciones continentales y mundiales, y todas las categorías, alevines, infantiles, juveniles y profesionales masculina y femenina y el futsal perfectamente ordenadas el fútbol es una pasión y el deporte más seguido del mundo.
Y mirando en perspectiva el interés por este deporte seguirá creciendo. Figuras como Messi o Neymar o Cristiano sirven como motores de propulsión para incrementar el interés por este deporte. Pero no tendríamos que perder la perspectiva. El fútbol es un deporte. Sólo eso.
No se puede confiar en que los dirigentes del fútbol sean quienes racionalicen el sentimiento a cerca del fútbol. Son los mismos aficionados quienes tienen que delimitar hasta donde llega la pasión. Cada uno está en su derecho en hacer y pensar lo que quiera, pero lo es también de sentido común poder decir que considerar una no clasificación como un apocalipsis es un error cultural o una herramienta más para alienar a los habitantes de un país o una ciudad y distraerles de los problemas reales que si les afectan