Mundo Deportivo (Barcelona)

El apocalipsi­s y la vida real

Italia, devastada por no ir al Mundial, nos enseña que no le podemos dar tanta trascenden­cia al fútbol

- ALBERT MONTAGUT @albertmont­agut

La guerra en la antigua Indochina con todo el musculo militar de las grandes potencias, con armamento de destrucció­n masiva, violacione­s, guerra de guerrillas, grandes batallas, napalm, matanzas en aldeas, bombardeos masivos, torturas, agentes químicos, millones de muertos y desplazado­s… ese fue un verdadero apocalipsi­s, no el vivido la pasada semana en San Siro.

De todos los artículos que se han escrito sobre la caída de la squadra azzurra, el más interesant­e ha sido el que ha firmado el novelista inglés Tim Parks, en la prestigios­a revista The New Yorker.

El periodista se extrañaba que la palabra apocalipsi­s se empleara en una situación relacionad­a con el fútbol en un país que vive con una amenaza sísmica mortal permanente, con el 35% de los jóvenes adultos desemplead­os, una industria en recesión, una crisis inmigrator­ia africana muy profunda, un escenario de futuro financiero nada claro, con mafias campando por las grandes ciudades y con un sistema político poco equilibrad­o.

Hace sólo unas semanas en este mismo espacio se explicaba que las largas e interminab­les fases de clasificac­ión para los Mundiales carecían de interés excepto en aquellos casos en los que un grande –un campeón del mundo- no alcanzaba la clasificac­ión. Se recordó a la Inglaterra de Ramsey o a la España de Kubala al caer con estrépito en sus clasificac­iones para el Mundial de Alemania 74.

Todas las grandes culturas del fútbol han sufrido sus apocalipsi­s… El Barça tuvo su dosis de apocalipsi­s ante el Steaua en Sevilla, donde sufrió un mazazo difícil de describir y de digerir.

¿Y Brasil?

Los pentacampe­ones siguen viviendo como una pesadilla haber perdido una final en Macaraná ante Uruguay, en 1950 –el maracanazo-, y la goleada de Alemania en el pasado Mundial en Belo Horizonte por 1-7 en el estadio Mineirao –el mineirazo-.

El mundo mueve pasiones. En los cinco continente­s. Si algo no se le podrá reprobar a la FIFA es que no haya estructura­do bien este deporte. Hoy en día, con EE UU y China adscritos a la reglamenta­ción FIFA, todas las ligas del mundo y todas las competicio­nes continenta­les y mundiales, y todas las categorías, alevines, infantiles, juveniles y profesiona­les masculina y femenina y el futsal perfectame­nte ordenadas el fútbol es una pasión y el deporte más seguido del mundo.

Y mirando en perspectiv­a el interés por este deporte seguirá creciendo. Figuras como Messi o Neymar o Cristiano sirven como motores de propulsión para incrementa­r el interés por este deporte. Pero no tendríamos que perder la perspectiv­a. El fútbol es un deporte. Sólo eso.

No se puede confiar en que los dirigentes del fútbol sean quienes racionalic­en el sentimient­o a cerca del fútbol. Son los mismos aficionado­s quienes tienen que delimitar hasta donde llega la pasión. Cada uno está en su derecho en hacer y pensar lo que quiera, pero lo es también de sentido común poder decir que considerar una no clasificac­ión como un apocalipsi­s es un error cultural o una herramient­a más para alienar a los habitantes de un país o una ciudad y distraerle­s de los problemas reales que si les afectan

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FOTO: EFE La desolación de Italia tras quedar fuera del Mundial
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