Mundo Deportivo (Barcelona)

Los paparazzis del deporte

La nueva moda de Antena3 es esperar a los árbitros en la puerta de su casa

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“¡Exclusiva de Antena3 Deportes! ¡Hemos localizado al hombre de la semana! ¡El que no vio el gol de Messi!”. Así abría el informativ­o Manu Sánchez el martes. Rocío Martínez remataba la faena haciéndole la pelota al protagonis­ta: “Enrique José Ramos Ferreiros. Vive en un pueblo de Pontevedra y ha sido muy educado cuando al salir de su casa se ha encontrado con nuestro compañero David Carracedo, que le ha acompañado preguntand­o, haciendo su trabajo”. Habían mandado a un reportero al domicilio del árbitro asistente. El periodista, igual que aquellos que seguían a la Pantoja, persiguió al linier al salir de su casa, poniéndole la alcachofa cerca de la boca. Cuando el árbitro entró en su coche, el reportero le bloqueó la puerta para que no pudiera cerrarla, metiendo el brazo con el micro dentro del vehículo. “Un segundito. Simplement­e si nos puedes decir… Solo dos preguntas te quería hacer… ¿Qué fue lo que pasó para que no pudieras ver el gol que marcó el Barcelona?” El linier repetía que muchas gracias y que no podía hacer declaracio­nes. Pero no podía irse porque no le dejaban cerrar la puerta. El reportero le hizo la segunda pregunta: “Lo que te dijo Luis Suárez, que te llamó enano, si eso lo podías transmitir”. Ramos Ferreiros no dijo ni mu. Logró cerrar la puerta e irse. En el plató, Manu Sánchez le hacía más la pelota: “El linier no podía ser más majo ¿verdad? Buenas palabras y mucha paciencia hemos encontrado en él”. Paparazzis. ¿Esta es la nueva labor de los periodista­s deportivos? ¿Esperar a los árbitros delante de sus casas? ¿Bloquearle­s la puerta del coche para que contesten? Cuánta decadencia periodísti­ca. Después, en el informativ­o, nos ofrecían una antigua conferenci­a del árbitro Iglesias Villanueva explicando las vicisitude­s de su oficio. “¡Lo que tienen que aguantar los árbitros!” lamentaba Manu Sánchez a raíz de los insultos de Suárez. Curioso: empieza todo con un error descomunal de los árbitros y cierran la historia compadecié­ndose de ellos por lo que sufren. ¡Y tanto! ¡Lo que tienen que aguantar! No las quejas durante el partido, que forma parte de su trabajo, sino, sobre todo, que les esperen en la puerta de su casa.

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