De Valencia a Génova
Ya ha transcurrido casi una semana desde que ni Iglesias Villanueva ni su asistente en el ataque azulgrana concedieran gol tras el disparo de Messi que superó claramente la línea de portería en el Valencia-Barça disputado en Mestalla. Afortunadamente, tras las primeras críticas a los jueces del partido por un error tan clamoroso como humano, equiparable al del meta local, Neto, a quien se le escapó incomprensiblemente de las manos el chut de Leo, el debate se centró en la conveniencia de aplicar el VAR a la liga española, como ocurre ya en otras competiciones internacionales.
La aplicación del VAR en el fútbol español no debería generar demasiado debate, porque los beneficios en la justicia del resultado son infinitamente superiores a los costes en el espectáculo. Si el VAR se aplica en acciones de goles, penaltis claros o agresiones ignorados por el colegiado, los partidos se pararán como máximo dos o tres veces y apenas afectarán a la dinámica del partido. Y en cambio, enterrará definitivamente toda la polémica post-partido que hay actualmente.
Pese a las sorprendentes dudas iniciales de algunos jugadores del Real Madrid o esta misma semana de Ivan Rakitic, en una entrevista concedida a este diario, o Quique
Sánchez Flores, los ejemplos positivos del VAR en apenas unos meses de vida son incontables. Sin ir más lejos, el mismo domingo, en la Serie A, la Roma ganaba 0-1 al Genoa cuando el VAR instó a parar el partido.
En un córner botado por el conjunto local, sin que el árbitro se diera cuenta, De Rossi le dio un manotazo a Lapadula dentro del área. Una acción que habría pasado totalmente inadvertida terminó en penalti, tarjeta roja para el internacional italiano y empate después de que el propio Lapadula transformara la pena máxima. Y el partido no perdió ni un ápice de intensidad.
La justicia está por encima de todo
El mismo día, el VAR captó una agresión de De Rossi: penalti, roja y gol