“Oreilles de lapin”
El vicepresidente Jordi Cardoner aceptó el mismo jueves por la noche las excusas que personalmente le presentó Samuel Umtiti por la foto de Montmeló
Debe ser muy difícil, acaso y acoso imposible, vivir pensando que una cámara, o doscientas, pueden estar enfocando tus movimientos a todas las horas del día. El peaje que se paga por ser una estrella del Barça es carísimo porque la intimidad no tiene precio. Mucho más sencillo, en cambio, es mantener la prudencia cuando la evidencia confirma la presencia de cientos de objetivos buscando cualquier detalle llamativo. Una foto distinta.
Alguno de los colegas que estuvieron en el Circuit de Catalunya cubriendo la entrega de coches Audi a los futbolistas del primer equipo, encontró en una secuencia del cato ese ‘frame’ definitivo. Por detrás del encorbatado vicepresidente Jordi Cardoner, aparecían lo que ayer ‘L’Équipe’ denominaba ‘Oreilles de lapin’. Y, sí, exacto, eran los dedos de Umtiti engalanando la seria imagen del mandamás del FC Barcelona en ese acto oficial que, por encima del estimable buen rollo, exigía ese punto de respeto institucional que conviene mantener en estos actos. Los coches eran para su uso y disfrute, pero la acción era institucional. De club. Poca broma.
La cosa, menor en el fondo de la cuestión, se ha hecho mayor, muchísimo mayor, por la inmediata repercusión en medios y redes sociales. Tal impacto causó el momento que también captaba las sonrisas de Umtiti y Piqué, que el mismo jueves por la noche Samuel contactó directamente con el vicepresidente para presentar sus más sinceras e inmediatas excusas. Una reacción que Jordi Cardoner aceptó al segundo siguiente y además trató de minimizar el impacto para que Umtiti no le diera más importancia de la cuenta.
Bien las dos cosas, que el jugador - que asistía al acto con el escudo del Barça en el pecho - se diera cuenta del efecto multiplicador de una broma infantil cuando quien la hace es un jugador del primer equipo, y bien el directivo por zanjar la cuestión en un plis-plas. En menos de lo que tardó el futbolista tardó en ponerle las ‘oreilles de lapin’.
Y es que en realidad, a Cardoner, si no lo está ya, lo que debería preocuparle es más lo que se cuece en la sala de juntas que lo que se vio instantáneamente en Montmeló. En el gesto de Umtiti no hubo nada personal. Si hubiera ido otro directivo, habría sucedido lo mismo. Por contra, hay otros gestos, aparentemente invisibles, que apuntan específicamente a Cardoner