Que sufran los otros
Ya es oficial. Un jugador de fútbol ha igualado el número de Balones de Oro que tiene Lionel Messi. Un dato increíble que ilustra el poco rigor que le queda a este galardón, otrora de enorme prestigio. Desde que se lo dieron a Cannavaro en lugar de Ronaldinho ,ymuy particularmente desde el esperpento de Joseph Blatter reabriendo las votaciones para tener contento a Cristiano Ronaldo, que no había ganado nada en aquel 2013, ha quedado clara la devaluación del Balón de Oro, un torneo en el que pesan consideraciones ajenas al fútbol, como puede ser el marketing.
Para los buenos aficionados al fútbol no hay duda de quién es el mejor jugador del mundo, de forma prácticamente ininterrumpida en la última década. Los premios no lo van a cambiar, como tampoco van a cambiar los ataques sistemáticos. Hasta hace unos días, la historia era que no iba a firmar. Ahora, como han quedado retratados, tienen que sacar cifras mareantes de primas de fichaje.
Sí me llama la atención que algunas informaciones hablan de una oferta irresistible al jugador, precisamente del Manchester City. Qué raro, si Pep siempre ha dicho que desea que se quede en el Barça.
Y aquí seguirá. Con Leo en el equipo, el Barça puede permitirse el lujo de aspirar a una nueva Champions. Estos últimos años el equipo no ha ganado todas las que tenía que ganar, desde luego. El lunes llega el sorteo y el equipo de Valverde, pese a que ha quedado primero de grupo, puede encontrarse con algún hueso, como el Chelsea o el Bayern.
Yo, desde luego, preferiría que nos tocase el Basilea, que con todos los respetos me parece el posible rival más asequible y que además me traería muy buenos recuerdos de nuestra primera Recopa. Pero, en realidad, el Barça puede permitirse el lujo de decir aquello de: “Los que se tienen que preocupar son los que les toque jugar contra nosotros”