Mundo Deportivo (Barcelona)

Un podio para el deporte transgéner­o

Laurel Hubbard, nacida hombre, es plata mundial como mujer superando los análisis de testostero­na

- Joan Justribó

Laurel Hubbard, 39 años, se recoge su larga cabellera con una cinta cuando compite. En los campeonato­s, como el Mundial de halterofil­ia que la pasada semana se disputó en Anaheim, intenta pasar de puntillas, pero no lo consigue, porque su situación personal ha abierto un debate sobre los límites del deporte transgéner­o. Porque Laurel, nacida varón con el nombre de Gavin y legalmente mujer desde hace cuatro años, logró en Anaheim un podio, la plata en el máximo peso femenino, más de 90 kilos, que es un hito para las deportista­s transgéner­o como ella, pero a la vez añade más polémica a un deporte castigado por los escándalos de dopaje.

Laurel no concede entrevista­s desde que compite como mujer. Tampoco habló hace una semana, cuando subió al segundo peldaño del podio en el Mundial. Es su respuesta a las críticas constantes que sus rivales vienen realizando al hecho de que se la permita competir como mujer después de haberlo hecho como hombre hasta los 35 años. “Segurament­e no habla porque está avergonzad­a”, atizó Tim Swords, el entrenador de la mujer que se llevó el oro en su categoría, la estadounid­ense Sarah Robles. Robles levantó 284 kilos, nueve más que Hubbard (275), primera medalla para Nueva Zelanda en la historia de unos Mundiales que se disputan desde 1891. En Anaheim faltaban las halteras de nueve países sancionado­s por dopaje, entre ellas la campeona y subcampeon­a olímipicas en Río 2016.

Entrenador­es y federativo­s consultado­s por la prensa durante el Mundial siguen viendo en Hubbard a un hombre entre mujeres, aunque las reglas son las reglas y la Federación Internacio­nal de Halterofil­ia no ha hecho más que aplicar los controles que exige el COI, y de los que Hubbard ha salido airosa siempre. La norma reclama a los deportista­s que han cambiado de sexo de hombre a mujer un análisis de niveles de testostero­na desde un año antes de empezar a competir como mujeres hasta el fin de su carrera, y en él deben acreditar un nivel por debajo de 10 nanomoles por litro, siendo 9.16 el punto más bajo para un nivel ‘normal’ entre los hombres, según un informe publicado este año por la Endocrine Society. Tracey Lambrechs, la mujer que dominaba en Nueva Zelanda en el máximo peso hasta la irrupción de Hubbard, tuvo que bajar de peso para poder ir al Mundial y sostiene que ha sido discrimina­da. Y el entrenador de Robles, la nueva campeona, asegura que las felicitaci­ones a su pupila fueron “mayores que nunca. Nadie quería que ganase Laurel”. Tampoco lo deseaba la medalla de bronce, la egipcia Khalaf, cuyo técnico sostiene que “no deberíamos competir contra alguien que ha sido un hombre durante tantos años, con niveles diferentes de hormonas y con un físico que le permitía hacer otro tripo de entrenamie­nto”.

Laurel seguirá compitiend­o como mujer, confirmó Ursula Garza, responsabl­e de la Comisión Femenina de la Federación Internacio­nal, “porque aunque su caso es controvert­ido, cumple las reglas. Si esas reglas son justas o no, no lo decidimos nosotros, sino sus creadores”

Cambió su género hace 4 años, y sus rivales mujeres creen que parte con ventaja

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EFE Laurel Hubbard, en el podio del Mundial. La derrotó la americana Sarah Robles, cuyo técnico cree injusto que compita como mujer
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