La rutina del mito
LA FELICIDAD DE LOS CULÉS ESTÁ en Messi. En el Pizjuán lo normal es que a un equipo que le provocan 21 llegadas de gol acabe perdiendo. Sin hacer ninguna actuación antológica y en el mismo desastroso escenario de la primera parte (porque el Barça siguió defendiendo tan mal como nunca), el astro rescató a los suyos una vez más haciendo de lo inverosímil una rutina. Messi es capaz de dar triunfos imposibles, de ganar títulos que se escapan o de revertir un problema grave en los últimos diez minutos con goles decisivos. Lo ha hecho muchas veces y el barcelonismo y el resto del planeta fútbol no deja de asombrarse ante un jugador de naturaleza prodigiosa por su inteligencia pero que tiene mucho de sobrenatural, si ello es posible. Puso en pie al equipo con el dominio de su estrategia, rigor profesional, autoestima y una competitividad sin limites. No hay milagros, se limitó a ejercer su condición de mejor jugador del mundo sin sombras, solo con luces.
EL BARÇA QUE HA CAMBIADO la historia se asienta sobre los éxitos continuados de Messi y de los fabulosos jugadores que le han rodeado. Desde hoy, el Barça cambiará el chip para acometer lo mejor posible su cita de Champions ante la Roma. Pero en Sevilla, Leo les salvó de una dolorosa derrota, propiciado más por su fragilidad e indolencia que por los indudables méritos del conjunto de Montella. Veamos. Umtiti no ha estado bien últimamente y va impostando un papel de insatisfecho por su renovación; Rakitic vino de EE.UU. para hacer de Busquets; Luis Suárez, de China; a Sergi Roberto, con quince días de descanso, quizá le abrumaba quedarse fuera del Mundial. Piqué aguantó con molestias el partido del 6-1 ante Argentina. Y así.
EL BOSTEZO DE MESSI NO SOLO EXPLICA el tedio que estaba ofreciendo el equipo en Sevilla. Tras no jugar ni un minuto con la albiceleste el banquillo le ardía a sus pies y salió para engrandecer, una vez más, la rutina de su leyenda