Probable, posible y X

Es normal salir del Camp Nou sin euforia tras ganar 4-1 en la ida de los cuartos de la Champions? No. No lo es, aunque así se sintió una parte de la afición del Barça el miércoles. No sé si son mayoría o minoría, pero conozco a unos cuantos. Forman parte de un grupo que analiza los partidos más en función del juego que del resultado, por mucho que éste abra las puertas de las semifinales. El barcelonismo es así y está bien que así sea. Autoexigente e inconformista. Y también realista. No estar eufórico no significa no estar contento. Este tipo de culé puede estar preocupado y esperanzado al mismo tiempo.

¿Es normal pensar así cuando el Barça es el único equipo de Europa que no ha perdido ningún partido ni en Liga ni en Champions (30+9)? No, no lo es, pero dos días seguidos con más marcador que fútbol siempre inclinan el péndulo hacia las dudas. Sirve de poco consuelo subrayar el desgaste físico de figuras clave como Messi o Busquets. Al revés, esos culés contradictorios se preguntan por qué, otra vez en abril, el equipo parece justito de gasolina y, en cambio, otra vez en abril, el Real Madrid vuelve a exhibir su músculo exuberante en la Champions. Ah! Eccoli qua. Ahí emerge la respuesta más convincente: la siempre válida teoría de los vasos comunicantes. Todavía hay muchos culés que, consciente o inconscientemente, analizan al Barça en función del Real Madrid. El fantasma de la Decimotercera minimiza el 4-1, pero ¿por qué no conseguimos que sea al revés? ¿Por qué es la Champions y se les da bien? Solo la final más ¿esperada? romperá, hasta que haya un campeón, esa diabólica teoría que se sustenta porque la Champions puntúa doble.

Es curioso ese desasosiego que sienten algunos. Muy mal tendrían que ir los 13 partidos, máximo, que le faltan al Barça para que la temporada no fuera muy buena. Es muy probable que el Barça gane la Liga. Es muy posible que levante la Copa. Es X que se lleve la Champions. Resuelva la X y sabrá cómo se siente