El tiburón en el Bernabéu fue Michael Oliver y destrozó a Buffon
Mandzukic había prometido al mítico portero juventino que metería a la Juventus en semifinales pero no contó con el árbitro
El tiburón que dibujó la grada del Santiago Bernabéu tenía la cara de Michael Oliver, un árbitro de 33 años que destrozó a la Juventus, que destrozó a Gigi Buffon expulsándole de su último partido en la Champions, pitando un penalti que no lo pitaría absolutamente nadie, salvo un árbitro inexperto como él, salvo un inglés dispuesto a que Cristiano Ronaldo siguiera marcando en la Champions, un partido más marcando de forma consecutiva, sumando un nuevo gol,
15 tantos ya.
Oliver pitando ese penalti en el 93 de partido dio una bofetada al fútbol y arrancó de cuajo los sueños de un equipo que había creído en la remontada. que realmente lo hizo todo para conseguir el segundo milagro italiano en los ‘cuartos’ de esta Champions.
El tiburón que dibujó la grada del Bernabéu podía haber tenido la cara de Mario Mandzukic. El croata tenía vivo en el recuerdo los goles que le había marcado al Real Madrid defendiendo la camiseta rojiblanca. Casi ni aprendió español en su temporada ‘india’, se encerró en sí mismo en Madrid pese a sentirse identificado con la idiosincrasia del Atleti, él es un luchador, un superviviente, puro orgullo. Le había marcado al Real Madrid en la Supercopa, también estaba en el 4-0 con Ancelotti en el banquillo. Y tenía goles reservados para el Bernabéu, de cabeza, dos goles calcados, de esos que se marcan con el corazón. Porque llegaba el croata justito después de volver de una lesión, jugaba más con el alma. Todo el esfuerzo era por él, por Gigi Buffon, no quería Mandzukic que el portero se despidiera de la Champions por la puerta de atrás.
Cuando en el 2015 el croata llegaba al vestuario de la Juventus - pagó sólo 18 millones de euros por élescogió sentarse en el vestuario al fondo, al lado de la puerta, justo en la taquilla que había dejado Pirlo, al lado del líder Buffon. Era su forma de decir que quería ser importante con la vecchia signora
Él, que huyó de la guerra con su familia para afincarse en Ditzingen, él que regresó a Croacia para hacerse futbolista, él que encontró en Heynckes en el Bayern a un padre, al entrenador que mejor entendió su fútbol, él que confesó que “no me tomaría un café con Guardiola” porque con Pep no se entendió: “Me ha desilusionado, no me trató con respeto...”. Dos goles para que Buffon sonriera, dos goles para meter a su equipo en el partido, dos goles para honrar la apuesta de Allegri. Casi lo consigue, no contó con el árbitro.
Sergio Ramos sufría en el palco vip escondido en su gorro. Con el 0-3 bajó al túnel de vestuario, ya sin el sombrero, para animar a sus compañeros. A todos.
Mal día para relegar a Benzema en el banquillo. Era la primera vez que Zidane dejaba a su protegido fuera en un partido de Champions, sacrificaba al francés para contentar a Bale ahogando a Cristiano. Porque el portugués necesita al más sacrificado de los delanteros centro, el ‘9’ más generoso e incomprendido.
Zidane se retiró rápido del campo. Con vergüenza. Seguro. Penalti en el 93, Buffon expulsado, una mala noche para el fútbol
El croata ya sabía lo que era marcarle al Real Madrid con la camiseta del Atleti
Cristiano Ronaldo marcó de penalti, un gol más, y suma 15 en Champions