Mundo Deportivo (Barcelona)

Elia Viviani, el zorro del desierto

El italiano se impuso de nuevo al sprint pese a ser empujado contra las vallas y Rohan Dennis deja Israel líder antes de volar a Italia

- Celes Piedrabuen­a

Tras 228 kilómetros de tedio la lucha al sprint por la victoria puso la emoción de la tercera y última etapa del Giro de Italia en territorio israelí, la segunda jornada más larga de la edición 101 de la Corsa Rosa. En una época del ciclismo en la que los organizado­res de las grandes vueltas tiran de tijeras para recortar el kilometraj­e de las etapas maratón , aquellas que invitan a la siesta en el sofá, la dirección del Giro dibujaba ayer una etapa de 229 kilómetros –la segunda más larga este año tras la de 239 km del próximo 15 de mayo–, sin más aliciente que el de disfrutar del paisaje desértico, estar atentos en la lucha por el sprint intermedio y a la disputa en la modesta cota de 4ª categoría, antes de desembocar en las calles de Eliat, temidas por corredores y directores de equipo.

Máxima, salvar los muebles

Después de casi 230 kilómetros en línea recta, el pelotón llegaba a la preciosa ciudad de Eliat y afrontaba los seis últimos kilómetros, marcados por las numerosas rotondas que desafiaban la integridad de los ciclistas. Poco antes de superar este examen el pelotón engulló a los tres héroes del día –Barbin, Boivin y Frapporti– que fueron capaces de mantener una escapada a lo largo de 220 kilómetros, sin lograr nunca unas diferencia­s espectacul­ares, pero tirando de casta y entendimie­nto protagoniz­aron la atención de los aficionado­s antes de llegar al último acto. El gran beneficiad­o fue Enrico Barbin (Bardiani) que sigue vistiendo el maillot de la montaña.

Como suele suceder en estos días, a medida que se acercaba la línea de meta los equipos de los sprinters pasaban a ocupar las primeras posiciones en el pelotón, tarea nada fácil ante las numerosas rotondas. Viviani (Quick-Step), ganador en la segunda etapa, no quería irse de Israel sin un doblete y mandó a sus lanzadores que lo posicionar­an en la pole.

Pero, cuando el tren empezaba a organizars­e, su hombre de confianza Fabio Sabatini pinchaba, momento en el que aparecían los corredores de Bora. Lejos de querer entrar en la guerra en ese momento y perderse en esfuerzos estériles, de nuevo Quick-Step dejó que el conjunto de Peter Sagan –ausente en el Giro– les hiciera la carrera, trabajara para ellos a coste cero, hasta que se llegó a la última y decisiva curva.

Bennett acorrala a Viviani

Al salir del último giro Sam Bennet (Bora) lanzó el sprint. A su rueda Elia Viviani, y, tal como sucedió en la segunda etapa con Mareczko, el italiano se aprovechó del trabajo del irlandés. Cuando lo creyó oportuno se puso en pie encima de su bici y se fue a por la victoria, pero cuando estaba en paralelo con Bennett éste, de forma voluntaria o involuntar­ia, sólo lo sabe él, lo acorraló contra las vallas. Nadie cedió. Viviani se mantuvo firme. Mantuvo la posición pese al peligro y acabó imponiéndo­se de forma brillante en la tercera etapa. “Teníamos un plan diseñado y ha funcionado”. El de Isola della Scala deja Israel con dos victorias de tres posibles antes de poner rumbo a Italia, demostrand­o ser el que mejor se ha adaptado al desierto, al igual que el líder Rohan Dennis, antes de que el Giro empiece de verdad a partir de mañana en Sicilia

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FOTO: EFE Espectacul­ar inicio de Giro para Viviani, que deja Israel con dos victorias de tres posibles
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