Las grandes vueltas pasan la tijera en sus recorridos
El recorrido del Giro de 2018 dibujaba dos etapas de más de 220 kilómetros
¿Qué sentido tiene a día de hoy, en el nuevo ciclismo, etapas de más de 220 kilómetros en las grandes vueltas, Giro, Tour y Vuelta? Ésta es la pregunta que se hacían ayer los aficionados ante el aburrimiento que provocaba la tercera etapa de la Corsa Rosa en Israel de 229 kilómetros, sin más aliciente que disfrutar del paisaje y esperar a ver qué ocurría en el peligroso final en las calles de Eilat? 229 kilómetros que el próximo 15 de mayo se verán ampliados en diez kilómetros más en la 10ª etapa de la Corsa Rosa, en el día en el que los ciclistas estarán más tiempo sobre la bicicleta en las tres grandes. De las tres, este 2018 es el Giro la prueba que cuenta con la etapa de mayor kilometraje, la mencionada de 239, mientras que en el Tour hay una de 231 km (la 7ª) y en la Vuelta otra de 208,8 km, la 11ª. Precisamente, la ronda española fue la pionera hace unas temporadas en pasar la tijera en sus etapas, recortando kilometraje y ofreciendo un diseño distinto al habitual, con etapas más cortas y explosivas, y sin la necesidad de ascensiones imposibles. Una propuesta que ha sido aplaudida por los aficionados frente al televisor y sobre el asfalto. Basta recordar que este año sólo ha dibujado un recorrido de más de 200 km, por las tres jornadas de 2017 –de 203, 204,4 y 207,7 km– y las dos de 2016, de 213,4 y 200,6 kilómetros.
En la otra orilla, el Giro, una carrera apasionante y diferente, más próxima a la vieja escuela. Esta edición ha dibujado un día de 239 km, pero es que en 2017 diseñó siete etapas de más de 200 kilómetros, con la 12ª de 237 km como la más extensa de todas las grandes el año pasado; un planteamiento muy similar al de 2016, con seis jornadas de más de 200 km y con la 18ª de 234 km.
¿Y el Tour, y la madre de todas las carreras? Pues en 2017 contó con ocho etapas de más de 200 km, con la mayor de 216 km, por las cinco de 2016 y la maratoniana de 237,5 kilómetros en la cuarta jornada.
Cierto es que el kilometraje va en función también del diseño de las etapas y que aunque éstas sean excesivas siempre se pueden aplicar medidas para aumentar el atractivo, como las bonificaciones, que hagan que los ciclistas tengan que activarse y no se acomoden