Por fin comenzó el Giro de Italia en Sicilia
Victoria soberbia de Tim Wellens en un duro final; Rohan Dennis mantiene el liderato y Chris Froome vuelve a perder tiempo
Un apasionante y eterno muro final con rampas del 8,5 al 13% y el cruce por las calles serpenteantes de la localidad siciliana de Caltagirone, abarrotadas de público de todas las edades y con el predominio del color rosa, eran ayer sinónimo de que el Giro ya era el Giro que nos tiene acostumbrados, que dejaba atrás la experiencia positiva pero anodina de Israel y que dibujaba a partir de ahora un panorama muy diferente al vivido.
Reanudaba la Corsa Rosa el ritmo tras la mal llamada en este caso jornada de descanso, pues los traslados y los madrugones se reflejaban incluso en el rostro de algunos corredores, con el peligro que siempre supone volver a subirse a la bici tras estar un día sin hacerlo. Por delante, otra larga etapa, puede que excesiva, de 202 kilómetros, cansina, y con una última ascensión de las que hace afición.
Wellens, la gacela belga
El entreacto del día estuvo una vez más protagonizado por cinco corredores––Jacopo Mosca (Wilier Trestina), Maxim Belkov (Katusha), Enrico Barbin (Bardiani), Marco Frapporti (Androni) y Quentin Jauregui (AG2R)– que fueron escapados a lo largo de 60 kilómetros, pero nunca con diferencias excesivas respecto a un pelotón en el que reinó la calma tensa, pero que una vez cazó al quinteto cabeza de carrera entró en modo estampida. Especialmente activo estuvo el equipo de Fabio Aru (UAE). Supo jugar sus cartas y al final casi acierta con el intento de Valerio Conti, pero fue neutralizado a tres kilómetros de meta. En ese instante, el protagonismo fue para el Lotto Fix de Tim Wellens. Tuvieron la habilidad de ‘enfilar’ el pelotón y el corredor belga de colocarse en la pole callejeando por Caltagirone, desafiando curvas delicadas, un piso resbaladizo y alguna que otra chicane. Entró bien colocado en el último viraje previo a una rampa apasionante, repleta de aficionados a ambos lados, en la que hizo buena su condición explosiva que le caracteriza. Supo jugar con el tiempo y la distancia y no fue rival para un Michael Woods (EF Education First) que se quedó con la miel en los labios, en la que era su segunda victoria en el Giro.
Los ciclistas llamados a hacer grandes cosas en la Corsa Rosa sufrieron pero cumplieron. Todos menos Chris Froome, que volvió a ceder tiempo, 21” para ser precisos, en un mal síntoma cuando la carrera apenas ha empezado a rodar