La clase que no quiere su Finn
El histórico barco individual de vela lucha por seguir siendo olímpico en París’2024
La histórica clase Finn es, por tradición, la más representativa de la vela en los Juegos Olímpicos. Es la más antigua de todas las que participan y a lo largo de los años ha sido la clase de la que han salido los regatistas más laureados, entre otros Russell Coutts, Ben Ainslie y John Bertrand.
En España ha sido también una de las clases ‘top’, con tres medallas olímpicas: dos de oro, a cargo de José Luis Doreste (Seúl 88) y José María van der Ploeg (Barcelona 92); y una de plata, Rafa Trujillo (Atenas 04).
Sin embargo, el Events Comittee de la World Sailing (Federación Internacional de Vela) planteó hace unos meses la posibilidad de quitarla del programa olímpico de cara a París 2024, lo que se tradujo en un clamor del mundillo de la vela en contra de esta posibilidad. El Council ha desoído al Comité de Eventos y busca una solución que se hará pública en la reunión anual de la World Sailing el próximo mes de noviembre.
El Club Nàutic El Balís acoge estos días el Campeonato del Mundo Másters de Finn, en el que participan cuatro regatistas españoles que fueron olímpicos en los años 70 y 80: José Luis Doreste, que además de campeón olímpico fue ganador de la Finn Gold Cup (Mundial) en 1987 en Kiel; Joaquín Blanco también ven- cedor del Mundial en 1977 en Palamós y olímpico (4º) en Los Ángeles 84; Gerardo Seeliger, olímpico en Munich 72 y Montreal 76; y Jesús Turró, en Tempest en Montreal 76.
Mundo Deportivo ha reunido en El Balís a los cuatro para analizar la actual situación, coincidiendo unánimemente todos ellos en la importancia de la clase Finn dentro del panorama olímpico. Gerardo Seeliger es actualmente el presidente de honor de la clase Finn: “Tanto en vela olímpica como no olímpica tiene que haber un barco para regatistas muy atléticos, de más de 85 kilos y que tengan unos conocimientos tác- ticos que probablemente solo ofrezcan el Finn y el Star. También unos conocimientos técnicos de hidrodinámica, aerodinámica, fatiga de material, etc. Las otras clases son monotipos y no puedes utilizar otros elementos para mejorar el resultado y la velocidad del barco. El Finn representa todas estas cualidades y no hay otra clase igual”, destaca. Seeliger avanza que “la meda- lla del Finn va a ser mixta, aunque no es la mejor opción, pero el Finn o un barco parecido tienen que seguir. Es la generación del futuro, gente de 90 kilos y 1,85 de estatura. El ser humano es cada día más atlé- tico, más sano, más fuerte y cuidamos más la alimentación. Hay clases como el 49er y 470 que se solapan en cuanto a forma física. El kitesurf lo defendí en su día, y ahora se habla que no es vela porque no tiene palo. A lo mejor sí tendría que tener federación propia”, sostiene.
Para Jesús Turró “sería un error importante que el Finn perdiera la condición olímpica. El barco que mejor cumple las características del espíritu olímpico es el Finn. Es un barco en el que necesitas unas cualidades físicas y psíquicas importantes, basado en la cultura del esfuerzo, tecnología asumible que puede llegar a mucha gente. Los grandes regatistas se han formado en Finn, y esto quieras o no, ya dice mucho”.
Que haya paridad
Joaquín Blanco declara que el Finn es una clase muy completa: “Es el súmmum de la navegación en solitario, desde que empiezan en Optimist, pasan al Laser y los que consiguen el peso dan el salto al Finn”. Igualmente dice que la opción planteada “es una solución” y le parece positivo que “se comparta con una clase femenina para tener paridad”.
Por último, José Luis Doreste ha vuelto a navegar en la clase que le dio más alegrías: “No se si la decisión es para equilibrar hombres y mujeres o reducir el número de regatistas, pero lo que está claro es que si se hace así, va a ser mucho más difícil estar en unos Juegos Olímpicos, ya que se reducirá el número de países participantes. Quitarla sería un error”
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Doreste y Blanco, oros olímpicos y mundiales dicen que se exclusión sería “un error”