con el tenis EL ONCE HISTÓRICO O DE NADAL
Nueva gesta en París ganando su undécima Copa de los Mosqueteros en otras tantas finales A los 32 años gana su 17º título de Grand Slam, a tres de Federer, y sigue como nº 1 mundial Suma 86 (de 88) victorias en RG, 415 (34 derrotas) para conquistar 57 tít
Rafa Nadal es irrepetible, un campeón único. Nunca se ha visto un dominio tan acaparador en un evento del máximo nivel deportivo. De los 19 a los 32 años, de 2005 a 2018, ha conquistado once títulos en Roland Garros: 2005 a 2008, 2010 a 2014 y 2017 y 2018. Una salvajada. El balear se negó en redondo a que la gente caiga en la tentación de considerar una rutina que él gane en tierra. Una reclamación justa. Merece el reconocimiento a su condición de extraterrestre que no procede sólo de un talento privilegiado, sino también del trabajo y el afán de superación. Atravesando no pocos instantes de mucho dolor, físico porque las lesiones se han ido reiterando y también psicológico ya que frenaban la preparación del siguiente objetivo. Lloró con el trofeo en sus manos, hace tres meses estaba de baja por una dolencia en el psoas ilíaco de la pierna derecha, y él lo tenía muy presente.
Nadal sigue invicto en finales en París. El rey sometió al austríaco Dominic Thiem, 24 años y nº 8 mundial. Ganó 6-4, 6-3 y 6-2 en 2h.42’. No faltó el tinte de dramatismo que va asociado a su figura. Pidió que apareciesen ‘trainer’, par los masajes de rigor en el antebrazo, y médico, que le ofreció una pastilla, para ser atendido ya que sufrió un calambre en el dedo corazón y no podía cerrar la mano izquierda. Era ya la tercera manga, 2-1 y 30-15 sirviendo. Cundió la alarma en su palco, pero el médico Ángel Ruiz-Cotorro tranquilizó a todos, incluido el tenista. Aflojar el vendaje y dejar que fluyera el riego sanguíneo dio resultado. Y no perdonó en la sentencia. Por si acaso, incluso la aceleró, con la lógica tensión del ‘match-ball’. Necesitó un quinto para sellar. Le respetó hasta la lluvia, que apareció con el duelo concluido.
Rindió al rival sometiéndolo a un desgaste insoportable. Los golpes y la estrategia de Nadal son letales, pero su contundencia mental derrumba definitivamente al adversario. A mayor presión, mejor respuesta de quien continuará siendo nº 1, ya que cumplió el obligado requisito para dejar atrás en el ranking a Roger Federer: levantar la undécima Copa de los Mosqueteros, entregada por el australiano Ken Rosewall y acompañada de un talón de 2.200.000 euros. En la grada, Toni Nadal, reapareciendo desde su asiento de costumbre a la vera de Carlos Moyà.
Nadal alcanza las 17 coronas de Grand Slam, a 3 de Federer. En mujeres Margaret Court triunfó 11 veces el Open de Australia, que forman parte de su récord de 24 ‘majors’, que aspira a igualar algún día Serena Williams (23), tras batir el récord profesional de Steffi Graf (22). No es el español el más laureado de este deporte, pero no hay quien haya demostrado tal dominio en un mismo elemento, en su caso la tierra batida: ha ganado 415 partidos, cediendo sólo 34. En Roland Garros, 86 de 88 encuentros. Atesora el récord con 57 títulos, para un global de 79.
Dominic Thiem, novato en una final de Grand Slam, aseguró tener un plan, en virtud de que es el único tenista capaz de batir a Rafa Nadal en arcilla los dos últimos años. El austríaco, verdugo en Madrid, no aguantó ni una hora. Se rehizo del 2-0 Nadal recobrando enseguida el ‘break’, pero jugando al límite de sus capacidades. Intensidad máxima, ese ritmo infernal que para el balear es natural y que supone un infierno para el adversario. Aun atosigado, Thiem fue remontando bolas de rotura hasta el 5-4 Nadal. La presión, en el centroeuropeo, que se deshizo encadenando cuatro errores consecutivos para 6-4 en 57 minutos.
Camino abierto para que Nadal asentase un tenis ahora más agresivo, ejecutase puntos que arrancan el aplauso del espectador y minan la moral del oponente.
Nadal no es de este mundo y Thiem, sí. Rafa es una especie autóctona que no corre peligro de extinción. Muchos hablaban ya de la duodécima