El camino sin fin hacia la perfección
“No existe, pero siempre se puede mejorar y Rafa siempre tiene ganas de hacerlo”
Rafa Nadal ganó a Carlos Moyà en su primer enfrentamiento, en Hamburgo 2013, 7-5 y 6-4. Su abuela materna le reprochó que derrotase a una institución en Ses Illes que estaba siendo su cicerone en la entrada al ATP Tour. Charly se lo tomó con filosofía, “sabía que sería muy bueno y enseguida estaba claro que ganaría varios Roland Garros, pero once era inimaginable. Si son casi el doble de los seis de Bjorn Borg, si Gustavo Kuerten ganó tres...”.
Aliados en la conquista de la Copa Davis de Sevilla 2004, allí Moyà entendió que “habían despertado a la bestia competitiva que llevaba dentro”. El chaval de 18 años batió a Andy Roddick, en el anunció de que estaba listo para el despegue que se produjo ya en 2005.
Moyà, campeón en París 1998, se unió al equipo de trabajo de Nadal la campaña pasada, compartiendo tareas con Francis Roig y Toni Nadal, que dejó de viajar a la conclusión de 2017. El mallorquín tomó las riendas, y se puso manos a la obra: “Le he metido mucha presión para que juegue más agresivo, para que vaya a por todos los puntos mandando”, señala. Tiene un discípulo privilegiado. “Él lo ve todo, hay que explicárselo sin engaños, sabiendo que tiene la capacidad y el deseo para hacerlo. Ha cambiado la manera de hablarlo entre nosotros”.
Nadal es consciente de que “con el paso de los años vas perdiendo muchas cosas, pero también ganas otras, como la experiencia. Y si llevo tanto tiempo es porque he sabido adaptarme cada vez a los cambios en el tenis del circuito”.
Moyà subraya que “con los años uno pierde la explosividad. Ahora el tema físico sigue ayudando, pero ya no hay que basarse en él. Invitamos a Rafa a que si puede ganar en una hora, mejor que en dos. Que se meta en la pista, suba a la red, no deje de ser agresivo. Eso sí, todo dentro de un orden inalterable, no le pediremos que sea un Raonic”, tenista a quien Charly entrenó previamente, “y a quien pedía lo contrario, que se quedase más atrás y no arriesgase tanto”.
Moyà es tan tajante al afirmar que “la perfección no existe” como al apuntar a continuación que “siempre hay cosas que mejorar. sectores que trabajar. Con Rafa, el saque, meterse más en pista, automatizar mecanismos que hagan natural ser más agresivo, porque tiene la capacidad para ello. Y siempre tiene ganas de mejorar”.
Como modelo, “el Open USA que ganó el año pasado. Empezó con dudas pero llegó a la meta mejorando en cada partido. Eso es lo normal, como también que en tierra tenga momentos de brillantez y otros de mayor relajación, porque es tan bueno que tiene margen contra muchos rivales. Eso sí, esa relajación no es ningún peligro ante adversarios más poderosos, porque Rafa sabe calcular el peligor. Lo que sí buscamos es que es- té agresivo y constante el mayor tiempo posible, y en ello está con dedicación. Y humildad, porque es la que permite que salga el ani- mal competitivo en la pista. Él no ve normal ganar, sabe que debe ganarse el crédito que tiene en ca- da partido. Nosotros nunca damos nada por sentado, aunque fuera todos lo quieran ver muy fácil y que siempre ganará en tierra”.
“Soy un ser humano”, llega a clamar Nadal. “También paso nervios. Y esto de Roland Garros no es lógico. No, no es ninguna rutina”. Siempre quiere más. El día que no sea así llegará el adiós
“Ser más agresivo, no basarse en el físico, pero todo dentro de un orden”, avisa Moyà
Nuevos automatismos que Nadal trabaja desde la humildad y la plena dedicación