“EL DE INIESTA ES EL MEJOR BALÓN DE ORO”
Fernando Hierro, desde su puesto de director deportivo, es uno más del equipo de trabajo de Julen Lopetegui y uno más de la lista de 23 jugadores. Siente que en su persona se identifican los tres papeles, pero asegura fidelidad al entrenador y convivencia diaria con los futbolistas. Su cargo son tres en uno. Es un grande del fútbol español más allá de su puesto circunstancial.
¿Le gustaría más ir al Mundial como jugador, o incluso como entrenador, que como director deportivo?
No. Hay que ser realista. A nosotros, los futbolistas, lo que siempre nos ha gustado es jugar, el campo y el día a día, pero una vez que se acaba eso tenemos que saber en cada momento en qué situación estamos y ahora la mía pasa por mi actual cargo y como tal afronto esta gran cita mundialista. Cuanto más tardes en asumir la realidad, más daño te haces. En estos casos en los que continúas en el mundo del fútbol después de ser jugador cuanto antes bajes la persiana, mejor.
Lo dice con conocimiento de causa, disputó cuatro Mundiales consecutivos. Desde Italia 90 a Corea y Japón 2002, pasando por Estados Unidos 94 y Francia 98.
Sí, el otro día cuando fue el acto de la lista recordaba mi primera llamada para el Mundial. Son decisiones que se toman sobre nuestra vida de las que no nos enteremos nunca cómo sucedieron, por qué pasaron. Me di cuenta cómo cambian los tiempos, de cómo fue aquella lista para Italia 90 y cómo ha sido esta. Entonces era o un comunicado, o el seleccionador leyéndola sin más y ahora ha sido todo muy distinto. Me quedé con la sensación de cómo cambian los tiempos. Yo no me esperaba estar en aquella primera lista. Me sorprendió. Era mi primer año en el Real Madrid. Estaba en los preparativos de mi boda. La puse después del Mundial, pero no porque esperara ir. Estaba en el vestuario de la antigua Ciudad Deportiva y me lo dijo Míchel. Él en aquellos tiempos controlaba, era uno de los capitanes. Y alguien se lo contaría. Aunque creo que ya era oficial la lista cuando me lo dijo.
Explique al aficionado qué significa ser director deportivo de la RFEF. En un club se conoce más el contenido, pero aquí es distinto. Usted no ficha como sus colegas, no tiene un día a día.
Tengo la suerte de que la figura de la dirección deportiva en la Federación se instauró conmigo en 2007. Hasta entonces no existía este cargo como tal en España, aunque sí en otros países. Ahora, 11 años después, es algo normal en todas las Federaciones. Se puede decir que soy la herramienta dentro del organigrama que aglutina toda la línea deportiva desde el punto de vista más profesional: debo marcar una línea de conducta y de trabajo, elegir los seleccionadores, estar cercano a los jugadores, ayudar en lo más posible en los preparativos y la organización de los grandes eventos, como puede ser ahora un Mundial. También acudo a las Comisiones de la UEFA a las que pertenezco, reuniones internacionales... No me aburro, que nadie piense que entre partido y partido de la selección estoy sentado sin hacer nada.
Vamos, que es el verdadero jefe del fútbol español.
No, esa palabra no me gusta. Eso va mucho con el carácter de las personas. Yo sé que estoy todos los días aquí, pero puede parecer que no estoy porque no me gusta radiar mi trabajo. Nunca me gustó, ni cuando era futbolista, ni luego como entrenador. Y además está la forma de ser de nuestro país. Si saliese tres veces más de la cuenta a explicar cosas en los medios de comunicación me dirían que me meto donde no me llaman. Nosotros somos un país acostumbrado a que sea el seleccionador quien salga a hablar cuando corresponde hacerlo. El seleccionador es la imagen de la selección. Podría aparecer mucho más porque cosas hacemos: viajamos, aprendemos y vienen a aprender de nosotros, pero no creo que me corresponda ese papel de estar todos los días en el escaparate.
Usted nunca ha sido muy proclive a estar en los medios de comunicación, ni a las comparecencias públicas, siempre ha preferido pasar de puntillas.
Sí, siempre he sido así y sigo siéndolo. Doy su espacio a los demás, pero sin esconderme. En los momentos que creo que tengo que estar, estoy y más si son momentos de crisis o si las cosas no van como uno quiere por los resultados, o por cualquier asunto. Ahí siempre estaré. A mí me sobra con saber que el presidente de la Federación y su Junta directiva saben que hay un director deportivo y que hace su trabajo día a día.
¿Cómo es la relación diaria con Julen Lopetegui y más ahora que el Mundial está ahí? Usted estuvo antes con Luis y con Del Bosque.
Yo lo único que le puedo decir a Julen es la realidad, que es que el seleccionador es el máximo responsable, que si todos los españoles tuviésemos que haber hecho una lista, que la hemos hecho, sólo se hubiera cambiado uno, dos o tres. No más. Es bonito incluso ese debate. Siempre le dejé claro que él como seleccionador es el único que tiene derecho a elegir. Le conozco bien y en ningún momento le he notado más nervioso o más tenso. Veo que en todo momento tiene las ideas muy claras y sabe lo que quiere. Nunca le pregunté nada. Yo me enteré de la lista por la mañana cuando la cerró con su equipo de trabajo. Una lista de tanta trascendencia no se cierra dos o tres días antes. Él habló de la última noche. Eso es humano. Es el fruto de saber la responsabilidad que tiene de llevar 23 chavales y que a partir de ese momento ya no tiene que pensar en los que no están, sino en los que están.
Le ha ayudado, por ejemplo, a la hora de llamar a los jugadores y explicarles por qué se han quedado fuera, para animarles…
No, en esos casos, no. Hablamos él y yo y nada más. En este caso es diferente.
Todo el mundo sabe la relación que yo tenía, tengo y tendré con Vicente del Bosque, pero mi área de acción no es la misma con Vicente que con Julen. Cada seleccionador es un mundo y yo lo que hago es intentar ponerme cómodo a trabajar y funcionar con el entrenador que sea. Es normal que sean distintas situaciones. Y si hay diez seleccionadores la relación sería distinta con los diez. Con Luis fue una cosa, con Vicente, otra y con Julen es otra. Hay que tomarlo con naturalidad. Con cada uno se actúa de forma diferente. Pero a Julen también le conoce desde hace mucho tiempo, usted le fichó para la selección sub-19. Pues porque afortunadamente le conozco desde hace mucho tiempo sé que las situaciones son distintas. Es verdad que yo le fiché con la ratificación de la Junta directiva a una propuesta mía, pero entiendo perfectamente que cada entrenador es diferente. Tú eres director deportivo de un club y los entrenadores también son diferentes. Hay que saber adaptarse a las situaciones, si ellos te preguntan más, te preguntan menos. Lo que sí tengo claro es cuál es mi espacio y él sabe perfectamente que en determinadas cosas hay una frontera que yo no voy a pasar nunca como director deportivo. ¿La renovación que se acaba de firmar, ha sido por iniciativa suya o cuestión del presidente que ha llegado? Ya llevábamos tiempo con el tema. Dentro de la situación que teníamos, que no era fácil, había que darle continuidad a un proyecto. Hasta ahora la cultura en la selección era ofrecer la renovación a la vuelta del Mundial o la Eurocopa. Yo pienso que si tienes confianza en un técnico, en su equipo de trabajo y crees que se están haciendo las cosas bien, para qué vas a esperar a después del Mundial. ¿Qué puede pasar después de un Mundial? ¿Que no salgan las cosas bien y te pongas a buscar un seleccionador a mediados de julio? Su renovación ha sido producto de la naturalidad de saber que estábamos muy seguros en nuestra decisión de que Julen continuase durante dos años y de que era nuestro hombre. No había dudas. No es fácil trasladar el modelo de los clubes a la selección. Aquí hay poco tiempo para trabajar. Julen ha dado una personalidad al equipo que quedó patente en la brillante fase de clasificación. Existía un cambio generacional, que no es fácil tampoco. Todos estos chavales han pasado por sus manos. Por eso entendimos que era nuestro hombre y así lo manifestamos. Otros seleccionadores, como Low en Alemania, que es el campeón del mundo, ha necesitado seis-ocho años para transmitir sus ideas, su personalidad y Julen lo ha logrado en dos. Un seleccionador necesita tiempo también. Usted ha sacado el asunto del cambio generacional. Se nos fueron unos y posiblemente se nos irán otros después de Rusia. Piqué ya lo ha anunciado, Iniesta no, pero entra dentro de lo posible. Bueno, Iniesta no se ha ido. Todavía tiene que hacer un último gran favor al fútbol español, que además a lo mejor no es el último porque le acabo de escuchar decir que no ha tomado esa decisión todavía. Nosotros confiamos en Andrés. Cuando se piensa en todos los jugadores que no están, pensábamos que se les iba a echar de menos por todo lo que habían dado, porque fueron ejemplo de comportamiento y profesionalidad y porque con su juego maravillaron al mundo y lo ganaron todo. Eso lo teníamos todos claro. Eran jugadores irrepetibles. Nuestro objetivo tiene que ser preparar una selección con futuro de cara a los siguientes compromisos. Llegará un momento que por desgracia se nos irán otros, pero entonces lo que no tenemos que hacer es ponernos a buscar a jugadores iguales, de las mismas características. Son platos que se rompen desgraciadamente. Ya me hubiera gustado a mí hacerles una transfusión de sangre y que hubiesen durado diez años más. Estaríamos encantados de la vida porque esos chicos interpretaron muy bien lo que es
el fútbol español.
Si todos esos jugadores que tenemos en la memoria fueron excepcionales, el caso de Iniesta parece subliminal, más allá de porque marcara el gol del Mundial de Sudáfrica. Cada uno de ellos ha sido especial. Cada uno con su carácter. Era especial Puyol con sus características. Cómo no lo iban a ser Xavi, o el otro Xabi. Irrepetibles. Senna era un jugadorazo... pero es que Andrés es Andrés. Cada uno es un mundo pero Andrés es Andrés. Cuando lo ves jugar al fútbol lo primero que piensas es de dónde habrá salido. Lo que transmite. Su serenidad, su forma de comportarse, se quita toda la importancia. Le hablas del Balón de Oro que tenía que haber sido suyo y dice que no tiene importancia lo que pasó. Andrés representa el cariño y el respeto de la gente. Por eso es un balón de Oro de verdad. Más grande que ninguno. Cómo juega al fútbol y
cómo es. Ese es su Balón de Oro y no se puede comparar con ningún. Su Balón de Oro es su humildad, su comportamiento y, sobre todo, cómo juega al fútbol. Es único. Y como no ha dicho que se va, hay que ir día a día. Y vamos al Mundial a competir y a ganar. Y a partir de ahí ya veremos lo que pasa. Las cosas se tienen o no se tienen y estos chavales han transmitido. Una de las misiones especiales que tiene durante este Mundial es convencer a Piqué de que tiene que continuar en la selección, de que es un jugador hoy por hoy imprescindible. Esas cosas hay que tomarlas con naturalidad. No forzarlas. Tienen que ver con el transcurrir del día a día. Ya nos pasó con Puyol. Esas cosas no puedes llevarlas en cabeza. Surgen. Es todo más normal y natural de lo que la gente piensa. No es cuestión de decirle a Piqué vamos a sentarnos y hablar de lo que va a pasar en agosto. No. A lo mejor es un día tomar un café, otro día dar un paseo por el campo. Nunca una reunión. Además qué necesidad tenemos de llegar y abordar qué va a pasar dentro de mes y medio. No creo en el formulismo de la conversación sesuda. Son decisiones muy particulares en momentos muy particulares. Vamos que todavía confía en convencerle.
No es que confíe o no confíe, es que es un chico de piel. Confío en la gente, confío en las personas. Piqué es un chico que conocí en la sub-21, pero que ya había escuchado hablar de él en las selecciones inferiores porque decían que era un jugadorazo. Venía de no jugar en el Manchester United y ahí estaba. Y después de ver en todas las condiciones que ha venido, con problemas, sin problemas, con lesiones... y siempre ha sido un ejemplo de profesional. Es un chico interesante. Luego cada uno tiene su carácter y su forma de ser. Las veces que he podido hablar le he expuesto como veo yo las cosas, él la suya, pero Gerard es un chico inteligente e interesante. En las distancias cortas es donde un director deportivo tiene que marcar sus goles... Es un asunto muy de fibra, a no ser que tenga una decisión supermeditada e imposible de cambiar. Yo también dije con seis meses que me iba. Él también. Pero esto es largo