Igualdad desde la mediocridad y el conservadurismo
Enrique Ortego
Superado el primer desfile por la pasarela mundialista de todas las selecciones, sólo nos queda pensar que cualquier tiempo futuro será mejor. Peor es casi imposible. La igualdad ha reinado en casi todos los partidos, pero resulta ser una malsana equidad. Desde las catacumbas de la mediocridad y del conservadurismo.
La paridad y la homogeneidad siempre son bienvenidas. Aumentan la competitividad. Lo idóneo es que las fuerzas se equilibren por arriba, que los más débiles suban su nivel, mejoren en sus prestaciones y tuteen sin complejos a los considerados favoritos. No, realmente, que los denominados ‘grandes’ rebajen su rendimiento, jueguen con el freno de mano echado y se muestren muy por debajo de su capacidad.
En ese escenario, pasa lo que ha pasado. Que no les da para ganar y se llenan de obligaciones para los siguientes partidos, tanto en lo relacionado con la imagen, como con el resultado. Después de ir viendo después a las otras selecciones candidatas, a las Francia, Alemania, Brasil, Argentina, Inglaterra... creo que todos hemos llegado a la conclusión de que, aun desde el empate, la mejor, en cuanto a juego y personalidad ante la dificultad, ha sido la selección de Hierro... y de Lopetegui.
Es loable, además, que el nuevo seleccionador conceda públicamente derechos de autor en cuanto al estilo y al protagonismo a su predecesor. Le honra y enaltece. Y le permite viajar por el camino del realismo y la sensatez. La vía ideal para recuperarse de un tsunami como el sufrido la semana anterior con el cambio de técnico.
Cierto es que Francia e Inglaterra sumaron los tres puntos y que están más cerca de la clasificación, pero llegaron al triunfo desde la ley del mínimo esfuerzo. Los primeros con un encefalograma plano en la zona de creación y en dos acciones que pasaron por la moviola del VAR y los segundos en dos jugadas a balón parado. En todo caso, un poco mejor los del Brexit por su arranque plagado de intenciones, desde la defensa de tres, los laterales largos y jugadores con buen pie, cazador Kane aparte.
La peor parada, Alemania. Por su derrota, de por sí grave, y por sus pobres sensaciones futbolísticas. Defendió mal y atacó peor hasta el punto de por primera vez en su historia perder en el debut mundialista. De su potencial y experiencia cabe pensar que no tropezará dos veces en la misma piedra, pero México le dejó en evidencia.
Después de España, Bélgica y México dejaron también una imagen para la esperanza. Los de Robert Martínez atesoran talento y músculo casi por igual. De Bruyne, como mediocentro puro, posición que se inventó Guardiola para él, dejó detalles de gran director de juego. Le corre el balón y su visión de la jugada le permite acaparar una amplia zona de influencia.
Los mexicanos, en el primer tiempo, dieron una lección de cómo se interpreta el contraataque y demostraron que las transiciones defensa-ataque en pocos toques y a toda velocidad son una alternativa igual de estética y efectiva que el ataque posicional con una ensalada de pases