La ceremonia más triste
La inauguración de los Juegos Mediterráneos resultó televisivamente penosa
La ceremonia de apertura de los Juegos Mediterráneos fue tristísima. Esport3 (con Imma Pedemonte y Jordi Robirosa )y Teledeporte (con David Figueira y Alberto Sierra) la dieron en directo. Desde los primeros minutos, fue obvio que algo de inquietante iba a tener esa noche: las gradas vacías del estadio del Nástic de Tarragona. El panorama era desolador. Figueira apuntaba: “La capacidad es de 15.000 personas y no parece que se vaya a llenar”. Robirosa lamentaba: “Esto nos provoca un poco de pesadumbre. (…) La única pena es que merecería haber estado lleno”. A través de la televisión, un estadio tan vacío generaba la sensación que esos juegos no importaban a casi nadie.
Los actos de la ceremonia inaugural fueron muy limitados. A ratos tuvo aires de fiesta escolar de final de curso, con Lucrecia se mantuvo un cierto espíritu infantil que nos recordaba el programa de los Lunnis ,y la participación de los paracaidistas del ejército tuvo connotaciones de desfile del 12 de octubre añadido en calzador para españolizar el evento. No había hilo argumental, ni relato, más allá de ese ‘Impluvium’ de cartón piedra central que recordaba una atracción acuática de Port Aventura.
Menos mal que Robirosa y Pedemonte pudieron ir contando batallitas porque la ceremonia daba un juego limitado a la hora de recrearse en explicaciones. Incluso el desfile de los deportistas se hizo corto: “Ha ido más rápido de lo que estaba previsto, eh”. Eso sí, fueron elegantes: “In situ es muy bonito, pero la verdad es que por televisión se ve muy bien”. Pues menos mal que como espectadores teníamos la versión mejorada. Robirosa lo comentó en el tramo final, donde se notó algo más el dispendio del presupuesto.
A nivel de realización se procuraba cerrar el plano en las gradas para no mostrar los agujeros vacíos. Y durante los himnos se evidenció el terror a enseñar a la gente: se limitaron a mostrar el palco de autoridades para esconder las reacciones de un público que parecía muy seleccionado e insuficiente. La ceremonia de los Juegos Mediterráneos pareció maldita: quizá homenajear un mar donde está muriendo tanta gente y obviarlo ha implicado cierto mal karma