Con el ‘panita’ en sus últimas horas en Barcelona
Yerry abrió las puertas de su casa a MD antes de despedirse y empezar su nueva aventura en el Everton
Son casi las 11 de la noche. Zona alta de Barcelona. Yerry Mina nos recibe en su casa. Cojea un poco por culpa de una pequeña fisura en el pie izquierdo que se produjo en su último entrenamiento con el Barça. El cansancio se refleja en su cara. Ha sido un día muy intenso para él, con dos revisiones médicas en el Hospital de Barcelona, despedidas, encuentros, firma de un nuevo contrato con los máximos dirigentes del Everton en un céntrico hotel, sesión de fotos y una mezcla de sentimientos muy extraña.
Siente una gran felicidad porque se va a un equipo que le ha demostrado la confianza que aquí se le ha negado, pero a la vez tristeza porque atrás deja un vestuario repleto de cracks, pero sobre todo, de gente humilde y generosa, que le abrió sus brazos desde el primer día que pisó la Ciutat Esportiva. El ‘panita’, como así le gusta llamar Yerry a su gente, un equivalente al ‘máquina’ que utiliza Xavi, recién ha cenado -pechuga de pollo, ensalada, arroz y un zumo natural de mora-. Ni siquiera en las celebraciones Yerry es de saltarse la rutina. Tampoco es un sacrificio para él. Se cuida y le gusta cuidarse, consciente de que ésa es una de las bases del éxito en un deportista. El alcohol, para los invitados, en este caso un Bailey’s servido con amabilidad por la señora que ha estado al cuidado de él y de su dieta durante sus meses en Barcelona.
En el televisor del comedor suena reggaetón. Se acaba la canción y Yerry se ‘pelea’ con el televisor porque no le encuentra el tema que él pide. No para de contestar mensajes. Amigos, compañeros y familiares le felicitan por su nuevo club y le desean la mejor de las suertes. También le entran llamadas, pero el colombiano espera encontrar el momento para hablar con más calma.
A su lado , como desde antes que debutara como profesional en el Deportivo Pasto con 18 años, está su tío y representante Jaïr. Los dos han vivido días muy intensos entre ofertas, contraofertas y dudas por miedo a no equivocarse en la elección. Se nota que se tienen un cariño especial. Por la forma de hablarse, pero también por los gestos. De hecho, ambos piden ser fotografiados juntos y que en la imagen salga todo el salón, un lugar en el que han compartido alegrías -sobre todo los primeros días- confesiones y algunas penas.
El Yerry bromista y alegre se transforma por completo cuando la grabadora del móvil se pone en marcha. Se le cambia el rictus. Habla con sinceridad, sin rencor hacia nadie, a pesar de que le han roto el sueño de su vida justo cuando empezaba a saborearlo. Al contrario, solo palabras de agradecimiento.
Antes de que sea presentado por el Everton -probablemente el próximo jueves- Yerry debe resolver algunos temas burocráticos en Barcelona. Pero el ‘panita’ se va y en Goodison Park ya preparan el ‘Caíste en la trampa’ para su primer baile de salsa choke. Mucha suerte . Se te echará de menos
Tras firmar con los ‘toffees’ cenó con su tío y no paró de responder mensajes