El lanzamisiles ruso
Alexander Ovechkin esel mejor goleador del hockey hielo actual y artífice de la primera Stanley Cup de los Washington Capitals
Desde hace años cada entrenamiento matinal de los Washington Capitals, vigente campeón de la Liga profesional norteamericana de hockey hielo (NHL), repite la misma liturgia al comenzar. Una vez ataviado y listo para trabajar, todo el equipo se queda en el perímetro de la pista, entrechocando al unísono sus sticks. Clap. Clap. Clap. Clap.
Es un ritual para honrar a su capitán y jugador más emblemático. Bajo el fragor de los sticks salta al hielo en solitario el número 8, un gigante barbudo de 1.91 m. y 107 kg. Esprinta, da una vuelta completa al hielo y sólo entonces el resto de la plantilla se le une y se incorpora al trabajo.
Alguien que merece tal honor por fuerza debe ser especial. Alexander Ovechkin sin duda lo es. Se le conoce como ‘The
Great Eight’ por su dorsal aunque sus compañeros y los fans de los Capitals emplean el más cariñoso ‘Ovi’ cuando se refieren a él. Con 32 años de edad es el jugador más importante de su tiempo y uno de los grandes de la historia.
Su misión como ala izquierda es perforar la portería rival, y tiene un don para conseguirlo. Ha sido siete veces máximo goleador de la NHL (cinco de ellas en las seis últimas temporadas), récord absoluto igualado con el legendario Bobby Hull, amparado en una potencia de disparo descomunal. Compañeros, rivales y analistas coinciden en que es algo fuera de lo común. “Cuando yo disparo, puedo ver el puck. Cuando lo hace Ovi te preguntas: ¿dónde demonios ha ido eso?” (Evgeny
Kutznetsov, Washington Capitals). “El disco sale con la misma velocidad con la que despega la pelota cuando la batean en béisbol, sólo ves la estela llegando a ti como en fotogramas” (Jonathan Quick, portero de L.A. Kings).
Sin embargo, no es su eficacia como anotador
–ya figura en el top20 de todos los tiempos y seguirá ascendiendo en el escalafón en los próximos años– lo que le ha valido el reconocimiento unánime tanto como su compromiso con unos colores. Los jugadores de las cuatro grandes Ligas profesionales en Estados Unidos (NFL, NBA, MLB y NHL) suelen ser promiscuos y el dinero hace que cambien de colores constantemente. Sin embargo, Ovi sólo ha conocido dos camisetas: la del Dinamo de
Moscú de su ciudad natal y la de los Capitals, además de la zamarra de la selección rusa.
Su colección de trofeos es imponente: nº 1 del draft (2004), rookie del año, MVP de la temporada regular, nº 1 en goles y puntos (la suma de goles y asistencias), All Star en siete ocasiones, tres veces campeón del mundo de selecciones... Hasta ahora se le había negado la Stanley Cup ,el colosal trofeo de casi 90 cm. de alturay más de 15 kg. de peso que se entrega al equipo campeón de la NHL, pero en este 2018 saldó cuentas con la historia al batir en la final a Las Vegas Golden Knights. Significaba el primer título de los Capitals desde su fundación en 1974 y, cómo no, Ovechkin fue designado Jugador Más Valioso.
Un carácter ganador como el suyo se forja en la infancia. Cuando Ovi tenía diez años, su hermano mayor, Sergei, quien más le había animado a jugar a hockey hielo, falleció debido a un coágulo causado por un accidente de coche. Al día siguiente el crío tenía un partido y sus padres insistieron que a su hermano le habría gustado que jugase. Lo hizo, sin parar de llorar durante todo el encuentro