El VAR cambia los modales de los futbolistas
Llevamos sólo dos jornadas enganchados al VAR (Sistema de videoarbitraje) y ya se pueden apreciar tendencias interesantes al margen de la propia intervención de la nueva tecnología en las acciones del juego que de forma clamorosa puedan pedir una revisión y que recordemos sólo se aplican en cuatro conceptos bien delimitados.
Los datos y las sensaciones, a veces tan significativas como la pura estadística, con los que trabaja LaLiga y el Comité Técnico de Árbitros es que la presencia de la ‘policía’ con sus cámaras en el cuarto oscuro de la Ciudad Deportiva de Las Rozas está comenzando a modificar los hábitos de los futbolistas en general y de algunos casos, los más guerreros, en particular.
De entrada, hay menos protestas airadas, menos ‘piscinazos’, menos agarrones descarados en los córners, menos simulaciones… La sensación de sentirse vigilado influye en el estado de ánimo del futbolista que sabe que va a ser pillado por las cámaras en el 99,9 por ciento de los casos y no quiere quedar retratado ya para futuras situaciones
parecidas.
De momento, en 20 partidos no ha habido ningún expulsado por seis la temporada pasada en las dos primeras jornadas, y la media de tarjetas ha descendido ostensiblemente hasta el 3,8, el porcentaje más bajo desde la temporada 2007-08.
En estas dos primeras jornadas el VAR sólo ha intervenido en cuatro ocasiones para modificar la decisión arbitral: dar como legal un gol de André Silva, que había sido anulado por fuera de juego (Rayo-Sevilla); considerar como dentro del área y por tanto penalti (gol) una falta que el árbitro había señalado fuera en el mismo partido; validar que el balón entró en el lanzamiento de falta de Granero (Espanyol-Sevilla) y rectificar la autoría de una tarjeta mostrada a Bernardo y que debía ser para Muniesa (Girona-Real Madrid).
¡Que sigamos así! Aunque la polémica nunca desaparecerá