Ousmane Dem-Pelé
Octavo ‘hat-trick’ de Messi en Champions. Otra vez, el mejor del mundo estuvo superlativo en las acciones de definición. Llegados a esta página del periódico y tras 18 años y un día del argentino en el Barça, los elogios merecidos a Messi se han agotado. Por eso, por una vez, me permito hacer un halago desmesurado a Ousmane Dembélé. Quizá ante el PSV no jugó un enorme partido, ni fue constante mientras estuvo en el campo, pero los dos primeros goles de los de Valverde en esta Champions llevan su sello. Fue vital para abrir la lata y fue fundamental para cerrar el partido.
A la media hora, cuando el Barça basaba sus ataques sin tiro a puerta en el fútbol control, Dem-Pelé cogió un balón en su campo, vio un espacio abierto y se lanzó a toda velocidad hacía el área rival. No había forma humana de pararlo y se necesitaron dos jugadores para derribarle. Falta a favor en el lugar deseado. Ahí, Messi la enroscó a la escuadra. 1-0.
En el minuto 74, el Barça seguía ganando por la mínima y el PSV, un muy buen equipo que sumará muchos puntos en esta fase de grupos, merodeaba con peligro el área de Ter Stegen. Coutinho, mejor en el primer tiempo que en el segundo, había mandado a las nubes lo que parecía una ocasión pintiparada para cerrar el partido. Suárez, que ayer cuajó sus mejores minutos de la temporada, se inventó un remate al
larguero. No había suerte. Y, entonces, Dem-Pelé se inventó un control ‘sui generis’, se giró, dejó atrás un defensa y, cuando le salieron a tapar, se la colocó a la derecha para pegarla desde fuera y
mandarla, con una parábola perfecta, para sentenciar los tres puntos. Brillante.
El Barça, sin Neymar, necesitaba un recambio que pudiera rifarse a jugadores rivales. Y, en
este sentido, Dem-Pelé es tan distinto como necesario para el Barça actual. Cuando los rivales ya han aprendido a defender las triangulaciones típicas que Guardiola puso de moda, cuando las
defensas han empezado a saber frenar el juego de las paredes del ataque del Barça, al equipo le hace falta desequilibrio individual en el uno contra uno. Messi y Coutinho son dos especialistas en esta faceta. Dem-Pelé es otro de los pocos jugadores del mundo que tienen ese desborde, sumado a un extraño talento con ambos pies, algo de anarquía, desparpajo y voluntad de arriesgar. Como dijo muy bien ayer el entrenador del Barça, “el juego de posición sirve para entrenar. Para competir hay que driblar y definir.
El Barça, sin Neymar, precisaba un recambio que pudiera rifarse a jugadores rivales
Ahí está Dembélé, que es lo tiene que hacer”. Por fin, un elogio público de Valverde al joven extremo francés. “Rien ne va plus”. Incluso, ayer, después del partido, después de los 5 goles del francés en 6 encuentros, después de ganar la Supercopa y los desplazamientos de Valladolid y San Sebastián, los analistas que le han tirado insecticida al mosquito desde que llegó al Camp Nou, dudando de que tuviera nivel Barça y que tuviera cabeza para jugar en este equipo, osaban criticar a los que habían dudado de su fichaje. Como ejercicio de cinismo es, incluso, divertido