Mundo Deportivo (Barcelona)

Poco Valencia para mucha Juve, incluso sin CR7

Los che no aprovechan jugar una hora con un hombre más

- Nacho Herrero Valencia

La Champions es mucha Champions y la Juve es mucha, mucha incluso sin Cristiano Ronaldo. Al menos para este Valencia tan voluntario­so como falto de pegada que aguantó a duras penas con su portería a cero la primera media hora de partido pero que tras la polémica expulsó del luso vio como el conjunto italiano por medio de Pjanic le asestaba dos puñaladas tras dos inocentes penaltis que le aguaron su vuelta a la máxima competició­n europea.

Con Mestalla encendido para celebrar su regreso a la Champions tras dos años de ausencia, el Valencia arrancó con ganas de ser protagonis­ta. Agresivo e incisivo, el equipo de Marcelino obligó a replegarse a la Juve en los primeros compases. Pero su ímpetu fue efervescen­te. Cristiano estiró al equipo italiano primero por su banda izquierda y después, agobiado por su compatriot­a Vezo, por todo el frente del ataque.

Viéndose poderoso, el luso se vino arriba. Se encaró con el colegiado reclamándo­le la primera amarilla del Valencia y a los dos minutos el que estaba expulsado era él. En un rifirrafe con Murillo el colombiano cayó al suelo y Ronaldo le fue a coger de la cabeza para levantarlo. Nada que mereciera la expulsión. Pero como un resorte los locales se dirigieron al arbitro de la línea de fondo que no lo dudó cuando Brych le preguntó. La roja derrumbó a Ronaldo que se quejó amargament­e de su expulsión e insufló ánimos al Valencia que, con un jugador más, volvió a cercar la portería rival pero apenas sacó una oportunida­d para Batshuayi. La Juve pensó que no estaba tan mal y volvió a mirar hacia arriba y en su primera llegada desde la expulsión Cancelo remató al travesaño y en el rechace Parejo cometió un más que evitable penalti sobre su ex compañero que el colegiado se apresuró a señalar. Pjanic ajustó al palo y Neto no llegó por poco. Y Mestalla pasó de la euforia a la decepción.

Se animaron los locales tras pasar por los vestuarios pero apenas les duró cinco minutos. Lo que tardó Murillo en abrazar por detrás a Bernardesc­hi en un saque de esquina. Otra ingenuidad para que el colegiado hiciera olvidar la expulsión que Pjanic transformó con el mismo método. Desde entonces al final fue un querer y no poder del Valencia. Incluso cuando Brych quiso compensar su compensaci­ón con otro riguroso penalti. Pero no era el día. Szczesny detuvo el lanzamient­o de Parejo

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