Mosquito con alma de serpiente
Su primera temporada como futbolista del Barça estuvo muy lejos de las expectativas. Con 20 años, no era fácil cargar con una mochila repleta de piedras pesadas: un traspaso récord que exigía rendimiento inmediato, la alargada sombra de un Neymar que puso rumbo a París dejando huérfana a la MSN y una grave lesión que le tuvo más de tres meses en el dique seco a las primeras de cambio. Si encajar en el Barça no es algo al alcance de cualquiera, las condiciones en las que Dembélé aterrizó en el Camp Nou eran muy complicadas.
Ahora, en su segundo curso y tras un verano en el que parecía que su futuro estaba lejos de Barcelona, el arranque de temporada del francés ha silenciado a los que querían quitárselo de encima cuanto antes. El Mosquito está picando con fuerza e -igual que sus homónimos en este largo y caluroso verano - pica con frecuencia. Nunca ha sido un goleador de grandes cifras -no lo fue en Rennes y tampoco en Dortmund- pero desde su estreno en la Supercopa ya son cinco los goles que ha celebrado en su segundo curso de azulgrana. Quizá sea porque, en realidad, tras ese pequeño mosquito se esconda una peligrosa serpiente. De hecho, eso es lo que su nombre evoca. Ousmane significa “serpiente joven”, y el culebreo del francés por la banda, su explosividad en carrera y su picotazo certero a la hora de terminar las jugadas, con cualquiera de las dos piernas, están siendo un alivio y una alegría para el barcelonismo.
Sin embargo, hay que ser cauto. Ni Dembelé era un pufo cuando el curso pasado iba perdiendo confianza a cada regate fallido ni ahora es ‘el nuevo Messi'. Leo sólo hay uno, y Ousmane es un futbolista todavía muy joven y talentoso pero con mucho margen de mejora. Y como se volvió a ver ayer ante el Girona, Dembélé sigue siendo el primer futbolista en ser sustituido en la delantera. Deberá ganar galones poco a poco. Con continuidad, la confianza que va ganando partido a partido y con el apoyo visible de sus compañeros de ataque el mejor Dembélé aún está por llegar. Y, porque no, quizás la “serpiente joven” puede convertirse algún día en la “anaconda del Camp Nou”