Premeditado y alevoso
El juguete no les ha durado ni seis jornadas, aunque en la tercera ya ofrecieron un aperitivo de lo inepta que es la casta arbitral española, con la no expulsión de Pau López, en el Betis-Sevilla y, en su lugar, la expulsión de Roque Mesa, que tuvo que rectificar el Comité de Competición. Ahora, en la sexta, con Velasco Carballo dirigiendo el cotarro, Del Cerro ante las pantallas y Gil Manzano en el campo (o sea, un aquelarre de antibarcelonistas) prostituyeron el VAR sin rubor alguno.
El invento está destinado a impartir justicia y lo que hicieron con Lenglet los tres arriba citados fue una a injusticia. Primero, porque a balón pasado y sin posibilidad de jugarlo Pere Pons golpea al defensa azulgrana; tanto fue así que el gerundense incluso se disculpó reconociendo su falta. Segundo, porque el supuesto codazo intencionado de Lenglet llega cuando el jugador ya estaba desestabilizado por el violento golpe recibido en su pierna izquierda. El juego se reanudó con falta contra el Barça. Otro grave error técnico, porque primero hubo falta de Pons (la que señaló Gil) y luego el supuesto codazo. Pero en el garito del VAR había tanto entusiasmo por la pieza cobrada, que no cayeron en el detalle. Como ya se ha recordado, el consejero de Gil fue Del Cerro ,el que perdonó por tres veces la expulsión de Illarra contra el Barça ocho días antes, en Anoeta. ¿Casualidad? A estas alturas de la película las casualidades no existen. Todos les conocemos.
El partidismo declarado de esa gente hace dudar del VAR. No se trata aquí de errores humanos imposibles de evitar en decisiones a la décima de segundo, como ocurría antes, lo que era el refugio para ocultar sus disparates. A partir de ahora lo hacen y lo harán con premeditación y alevosía. Ya no tienen excusa, pero no dudaron en reinterpretar una jugada ya sancionada. En su día dijimos que en este país el VAR se convertiría en acrónimo de Vamos a Ayudar al Real. Gil, el que llevaba bolsas del Real tras un partido en Villarreal, nos da la razón