Tiger Woods cierra muchas bocas
Tiger Woods, cinco años después, volvió a ganar un torneo de golf. Y uno de importante. El Tour Championship en Atlanta. Tras un calvario de operaciones de espalda, dolor y adicción a calmantes, más un intento de cura de desintoxicación al sexo, más un retorno a los campos con resultados irregulares, ahora sí se puede afirmar que Tiger ha vuelto. No sé si será el de antes, pero vuelve a ganar. Durante este tiempo, se le ha enterrado muchas veces. Tantas, que tras su victoria, a Woods le hicieron ver, en una ‘tablet’, un vídeo de un minuto donde hasta diez comentaristas/analistas vaticinaron que Tiger jamás volvería a ser el que era. El campeón aguanta la colección de expertos que, ahora, han quedado retratados sin mediar palabra. Mira y, al final, sonríe tímidamente. Sin ánimo de venganza. Tiger, bestia competitiva, quería volver para él, para sentir de nuevo esas sensaciones con los palos y vibrar con la adrenalina del deporte de élite. No juega para cerrar bocas, pero las ha cerrado. Menuda lección para tanta afirmación categórica en el deporte. ¿Se imaginan que desenterramos los artículos que profetizaron el final de Messi hace cinco años? Tampoco tenía que volver a ser el de antes. Y está como nunca
1. Más allá del VAR, Gil Manzano y del Cerro Grande, más allá de la expulsión de Lenglet, ¿está prohibido decir que Eusebio Sacristán le ganó la batalla táctica a Ernesto Valverde?
2. ¿Qué lógica tiene que Mohamed Salah sea el tercer mejor jugador del año, sólo por detrás de Modric y Cristiano, y luego no esté entre los tres delanteros en el once ideal? La constatación del disparate de dejar Messi fuera del podio.
3. Hoy que el Barça femenino tiene que remontar un 3-1 en contra para seguir vivo en la Champions, ¿habrá más de 1.500 espectadores en el Miniestadi? No valdrá, luego, lamentarse de la eliminación desde el sofá de casa.