La factura del Mundial
El dos de nueve puntos posibles contra rivales como el Girona, Leganés y Athletic no ha cogido desprevenidos a buena parte de los barcelonistas que ponían en duda la manera como se habían ganado consecutivamente los 12 anteriores. Había síntomas evidentes, especialmente fuera del Camp Nou, que el juego desplegado no estaba en consonancia con el pleno de victorias, hasta que de repente se ha topado con la cruda realidad. El equipo esta descosido, víctima de una alarmante baja forma que le hace jugar bajo de revoluciones, con un futbol a cámara lenta demasiado previsible y donde la famosa presión tras pérdida brilla por su ausencia, mientras durante buena parte de los partidos los rivales pasan por encima ante una defensa desarbolada.
Algunos lo atribuyen al retorno al tradicional dibujo del 4-3-3 que desequilibra al equipo, que se rompe por la falta de sacrificio defensivo de los de arriba y abre distancias insalvables entre líneas. Para que estas se junten, se apela al retorno del 4-4-2 con el que Valverde se resguardó durante buena parte de la temporada pasada, a partir de la lesión de Dembélé, que podría volver a ser a partir de ahora a ser el gran sacrificado, a costa de un Coutinho intermedio entre delantera y centro del campo. Por otra parte no pasa desapercibida la baja forma física de alguno de los puntales, como los casos de la pareja de centrales Piqué-Umtiti (este último lesionado), Busquets, Rakitic o Suárez, que es más que llamativa. La mayoría por encima de la treintena y con un denominador común: la presencia en el Mundial, que les dejó huérfanos de preparación de pretemporada. El ejemplo del centrocampista croata es seguramente el más significativo, jugó hasta tres prórrogas en Rusia y casi sin entrenamientos fue reclamado para el primer once titular de la Liga. Lo mismo que le sucede a su compatriota ‘The Best' Modric en el Madrid, con igual crisis de resultados que el Barça, aunque ante rivales de mayor entidad