Pulir al mosquito
Dembélé tiene un potencial enorme. Domina las dos piernas y eso hace que los defensas no sepan por qué lado les recortará y con cuál chutará. Tiene una velocidad endiablada, conduce bien el balón y en carrera es imparable. Marca goles aunque todavía no es un gran artillero. Esta temporada lleva 5 en 9 partidos. Tiene atrevimiento y no está acomplejado por jugar al lado de
Messi pese a que solo tiene 21 años. Atesora muchas virtudes pero todavía debe mejorar algunos aspectos si quiere llegar a triunfar en el Barça y en la selección francesa para convertirse en un super clase. Aún siendo un finalizador no puede perder tantos balones en un equipo como el azulgrana, que vive volcado en ataque. Debe entender mejor el juego colectivo. Leer cuando debe arrastrar al lateral que le marca para que Alba le doble por la banda. Debe seleccionar mejor cuándo intentar la jugada individual.
Es evidente que siendo extremo, teniendo uno contra uno, puede y debe arriesgar pero cerca del área rival y evitar la imprecisión en las triangulaciones o regatear gratuitamente para darla atrás. En el Barça es clave la presión postpérdida y eso requiere una gran implicación defensiva de los delanteros. El ejemplo fue el partido de Coutinho en Wembley en el que el brasileño tuvo que ser sustituido después de vaciarse atacando y de tapar el centro del campo cuando el Barça no tenía el balón. El francés debe ser más regular los 90 minutos. Aparece y desaparece como el Guadiana, en función de si el juego llega a su posición y a menudo le falta movilidad en el desmarque.
El rendimiento del Barça en Londres, con Arthur en medio campo y Coutinho en banda, fue magnífico pero no olvidemos que el Tottenham presionó muy arriba y discutió la posesión de balón al Barça, que solo fue de un 57%, pero contra rivales con defensas cerradas el conjunto de Valverde necesita extremos como Dembélé para ensanchar el campo, desbordar, asistir y marcar. Convertirse en un crack depende de él