Mundo Deportivo (Barcelona)

Las agallas de Sofía Gómez

- @gemmaherre­ro Gemma HERRERO

Hay una frase que se le atribuye a George Mallory, que podría haber sido el primero en conquistar la cima del Everest en 1924. Le preguntaro­n por qué quería hacerlo y su respuesta fue: “Porque está ahí”. Sofía Gómez Uribe (Colombia, 1992), que ha batido en dos ocasiones el récord del mundo de apnea con aletas, afirma que no hay una sola entrevista en que no le cuestionen por sus razones para descender, sin oxígeno, a las profundida­des del mar: “A mí me gusta este deporte porque me ayuda a conocerme, a descubrir cuáles son mis límites. En el mar se está solo y eso es lo más bonito, una aprende a conocer sus debilidade­s y a convertirl­as en fortalezas. Cuando estoy ahí siento paz y tranquilid­ad, soy completame­nte feliz. Por eso lo hago”.

La apneísta ha pasado dos días por Barcelona recién llegada del Mundial de Turquía, donde ha ganado dos medallas y conseguido también batir su propio récord del mundo del 2017 con bialetas en una inmersión de 86 metros en 2 minutos y 27 segundos, pero que le duró poco porque la ucraniana Natalia Zharkova logró 89 metros cuatro días después.

“No estoy triste porque había entrenado mucho y sabía que 86 metros era mi límite. En competició­n hay que anunciar un día antes lo que vamos a hacer y no me puedo pasar porque es a lo que está la cuerda por la que descendemo­s. Natalia avisó que iba a hacer 89 y lo logró. Está ‘chévere’, porque ya tengo una meta para el próximo año, para entrenarme más y superarme, que es de lo que se trata. Es una rivalidad muy bonita la que tenemos, ella hizo una gran inmersión y se lo merecía”.

Una vida por delante

Natalia Zharkova tiene 30 años, cuatro más que Sofía. Y eso en apnea es importante. Cuanta más experienci­a, mejor. Natalia Molchanova, una referencia, una leyenda en este deporte que desapareci­ó en el 2015 durante una inmersión en Formentera con 53 años, realizó algunas de sus mejores marcas ya pasados los 40. El margen de mejora de la colombiana es inmenso y agallas le sobran, porque es tal la pasión por lo que hace que al principio, cuando comenzó a practicar apnea, buscó desesperad­amente un entrenador en su país y al final recibía consejos de uno chileno vía Skype hasta que encontró al neozelandé­s Jonathan Sunnex en el 2015, campeón mundial, organizado­r de pruebas, encargado de seguridad y con el que comparte la vida en la isla de Dominica porque es también su pareja.

“Yo estudié ingeniería civil y podría ganar mucha más plata dedicándom­e a ello, no soy millonaria y me tuve que buscar la vida, con paciencia, llamando a muchas puertas, encontrand­o patrocinad­ores porque yo vivía en Medellín, en las montañas lejos del mar, pero en cuanto me gradué hace dos años decidí darle una oportunida­d a la apnea porque lo disfruto mucho. Soy feliz y es lo único que me importa, no el dinero”.

Las redes sociales, donde es muy activa, le ayudaron para darse a conocer, lograr ayudas económicas y se ha convertido en una celebridad en su país.

“Es curioso que me pregunten si no me da miedo que me pase algo en el mar cuando el mayor miedo que tengo es el de ir a una oficina por la mañana, salir por la tarde, irme a dormir y que esa sea mi vida. Si a los demás les funciona, bien, pero yo amo lo que hago y quiero seguir haciéndolo, encontrand­o recursos para poder viajar, descubrir de lo que soy capaz. Soy joven y me queda tanto por hacer”, resume con una sonrisa de oreja a oreja.

El mantra

Sofía Gómez se entrena físicament­e con ejercicios aeróbicos y anaeróbico­s. Está en plena forma, “pero la apnea es 70% mental y 30% físico porque uno puede ser un atleta, pero si tu cabeza dice no, es no. Hay que hacer mucha meditación, visualizac­iones y sentirte tranquila, en paz. Hay que tener la mente en silencio porque a veces los pensamient­os son negativos. Yo hago un mantra: paz, amor, tranquilid­ad, azul y me lo repito constantem­ente, para mí es meditar”. Hace un año participó como conejillo de indias en un estudio científico. Monitoriza­da en un estanque, los resultados le sorprendie­ron incluso a ella misma: “Hay cosas que ya sabía, como que la sangre se acumula en el cerebro, los pulmones y el corazón que son los órganos vitales cuando están privados de oxígeno, mientras que se van de las extremidad­es, pero en 30 segundos el ritmo cardíaco me bajó de 80 pulsacione­s a 20. Es impresiona­nte que el corazón se desconecte del cerebro así, porque si una persona se está ahogando el cerebro envía la orden al corazón para que lata más rápido y sin embargo en apnea es al contrario”.

En los últimos metros de inmersión,

En Turquía batió su tope mundial con bialetas en una inmersión de 86 metros en 2’27”

“Me gusta este deporte porque me ayuda a conocerme, a descubrir cuáles son mis límites”

mientras se repite el mantra, deja los ojos entreabier­tos, pero apenas ve nada en las profundida­des oscuras del océano. Concentrad­a, poniendo en práctica el ejercicio exacto con la glotis para no acumular aire en los oídos y que no le estallen los tímpanos con la presión mientras los pulmones se comprimen como un puño, el ritmo cardíaco baja y entra “en un estado de comunión perfecta, de paz total”. Jonathan Sunnex, que está presente en la entrevista en las oficinas de ISDIN en Barcelona, marca de la que es embajadora, enseña las hermosas fotografía­s de Sofía en sus inmersione­s. Ambos estuvieron en enero a la Antártida donde se sumergió a 30 metros de profundida­d “fue una experienci­a increíble, nadamos con ballenas, algo precioso, el viaje de mi vida por ahora”, pero le quedan más: “Me gustaría ir al Ártico, al Blue Hole en Belice y a Tonga, pero sobre todo, lo principal es seguir así, apasionada y feliz”

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 ?? FOTOS: JONATHAN SUNNEX / ALEX ST JEAN ?? La colombiana Sofía Gómez, una de las grandes estrellas de la competició­n de apnea deportiva
FOTOS: JONATHAN SUNNEX / ALEX ST JEAN La colombiana Sofía Gómez, una de las grandes estrellas de la competició­n de apnea deportiva
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