Mundo Deportivo (Barcelona)

Batacazo para la Roja de Lucho

- Albert Montagut @albertmont­agut

Batacazo. El titular de primera página de este diario el pasado martes no podía ser más acertado. La derrota de España ante Inglaterra en Sevilla fue un batacazo sí tomamos como buena la definición de la palabra: “Batacazo es un fracaso grande e inesperado que se obtiene en un proceso o actividad en la que se había puesto muchas esperanzas”.

Después de lo sucedido en el Mundial, la verdad es que quien se pudiera sentir satisfecho con los partidos de la era Luis Enrique, era un optimista. Volvemos donde estábamos, muchas victorias en las fases de clasificac­ión de la UEFA Nations League, pero después... las sorpresas de siempre.

La España azulgrana tocó el cielo en Johanesbur­go, pero el ridículo fue mayúsculo en Brasil y en Rusia. De aquellos monumental­es… batacazos, no parece que se aprendiera lo suficiente.

Si los buenos resultados iniciales de la era Lucho sirvieron para maquillar sus desafortun­adas declaracio­nes, su derrota ante Inglaterra hizo emerger de nuevo su mala actitud ante los medios. Luis Enrique siempre está tenso, y quienes le conocen dicen que en el vestuario sucede lo mismo. El selecciona­dor se vanagloria de su carácter, pero a medio plazo crea una tensión difícil de conllevar. El quiere ser el jefe, excepto, con Leo Messi. Con el argentino no puede. Quiso sancionarl­e en el Barça, pero finalmente se buscó él mismo una excusa para no hacerlo.

Ciertament­e lo de Sevilla fue una sorpresa para todos. Para los jugadores, para los periodista­s, que creyeron volver a tocar el cielo, para los aficionado­s que siguen a la Roja y, por supuesto, para el entrenador. Su declaració­n “he estado maravillos­o en el descanso” tras perder ante Inglaterra, indica claramente que está en permanente estado de alerta. Se le ve ansioso y sus risotadas son un ejemplo de cajón. Luis Enrique, que sigue contando con un psicólogo personal que no consigue mejorar su comportami­ento, debería utilizar la selección para encontrar el sosiego. Pep Guardiola acaba de declarar que le encantaría entrenar a una selección. Hace unos días le dijo, medio en broma, a Jorge Valdano que le ayudara a buscar un equipo. “Que no sea Argentina”, bromeó el líder del Manchester City. Guardiola lo viene diciendo desde hace muchos años, quiere dirigir a una escuadra nacional porque cree que es una tremenda experienci­a, y que el ritmo es más pausado. La historia demuestra que no todos los buenos entrenador­es de club son buenos selecciona­dores.

Las seleccione­s tienen que mutarse. Y a veces eso es muy difícil tras haber conseguido un Mundial o una Eurocopa. Los selecciona­dores deben tener la mente muy abierta y ser catalizado­res de energía positiva. En este sentido Luis Enrique sí hizo los deberes al comienzo de su etapa, renovando gran parte del equipo, pero en pocas semanas su propia tensión se ha apoderado de La Roja.

Algo se cuece también en Alemania. Joachim Löw ha conseguido el respaldo de su federación, pero se le critica que no renueve el equipo. Löw confía en los héroes de Maracaná, y su selección necesita otras caras, diferentes jugadores a los que ganaron el lejano Mundial de Brasil. Löw, que esta semana perdió ante la Francia del campeón Didier Deschamps, lleva el tema de la prensa con mucha más elegancia y tranquilid­ad que Luis Enrique.

Lo mejor del paréntesis de seleccione­s es que ya ha terminado y que vuelven la Liga y la Champions. En los dos años que quedan antes de la Eurocopa, España se enfrentará con muchas otras naciones, pero el interés en la mayoría de esos partidos será mínimo. Sólo batacazos y declaracio­nes fuera de contexto pueden suscitar la atención de los medios y los aficionado­s. Ojalá no sea así

La tensión crónica que arrastra Luís Enrique se ha apoderado ya de la selección

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