La derrota de Argentina
De las derrotas se aprende, dice un viejo refrán que seguramente lanzó un apesadumbrado en un día en el que las cosas no le salieron bien. Pero es de esperar que los argentinos en general tomen nota de lo que les ha pasado con la gran final que nunca habían visto y que al final nunca verán en su suelo si se confirma que la Copa Libertadores se disputará en el Bernabéu. Si hay perdedores en esta competición sin duda alguna son Argentina y la Conmebol. De la primera no escapa casi nadie. Autoridades civiles y policiales que no calibraron en su medida el peligro de sus barras bravas. Los medios de comunicación que se pasaron quince días hablando de alineaciones, pero nunca imaginaron ni alertaron sobre lo que podía pasar y pasó. Y los propios clubs que no han sabido manejar el desenlace, ni con diplomacia y mucho menos con elegancia.
La Conmebol actuó a la ligera el mismo día del partido y lo hizo mal. Después pensó un poco más y decidió también mal. La manifestación violenta de unos hinchas no puede conducir a que la final de la competición insigne del fútbol de Sudamérica se dispute en Europa. Y tendrá narices el tema que la mejor opinión haya salido de la boca de Maradona, un hombre al que le cuesta hablar y ser entendido: “¿Qué pasará con los siguientes River-Boca?”. ¿No se jugarán o se jugarán siempre fuera de Argentina? Pero si lo que pretendían era que se hablara internacionalmente de esa final, lo han conseguido. Como derrota, claro está