EL BARÇA MÁS SOLIDO
El líder de la Liga cierra el año encadenando cuatro triunfos ligueros en los que no ha encajado un solo gol Dembélé y Messi resuelven ante un Celta poco amenazador un partido más eficaz que brillante de los azulgrana
El Barça de Valverde se va de vacaciones con los deberes hechos. Cerró ayer el año 2018 en el Camp Nou sin pasar aprietos pero también sin mucha brillantez frente a un Celta claramente insuficiente para hacerle daño, más allá de que ganó el sorteo de campo y el Barça empezó atacando a Gol Nord, al revés de lo que es habitual. Un mal presagio para los supersticiosos –ya había ocurrido el día del Girona– que después no se tradujo en tropiezo. Dembélé y Messi resolvieron antes del descanso y después el equipo azulgrana se dedicó a esperar pacientemente la llegada de las vacaciones. En definitiva, el Barça recibirá a Papá Noel con el objetivo cumplido y 2019 comenzará con la ventaja intacta en la Liga después de haber ganado con mucha solvencia los últimos cuatro partidos, en los que se ha dejado la portería a cero. L a mejor racha de este irregular campeonato.
Esa portería intacta se explica porque el conjunto azulgrana, aunque estuvo demasiado impreciso en la creación de juego, no pasó por demasiados agobios ante el Celta, especialmente gracias al gran trabajo en el repliegue defensivo, que ahogó la buena intención celtiña en el manejo del balón, y a la concentración defensiva de Piqué y Lenglet, ambos en un momento sobresaliente de forma. La pólvora en ataque de un equipo con vocación vertical en el que destacaron sus dos laterales, Semedo y sobre todo Jordi Alba, hizo el resto.
Dembélé da primero
De salida, el conjunto azulgrana, una vez más con Arturo Vidal en la media en posición muy adelantada, embotelló al Celta. Se replegaba bien ante los ataques vigueses y atacaba con verticalidad y criterio, con Busquets y Rakitic atentos a recoger rechaces para iniciar segundas jugadas. Dembélé abrió la lata pronto. Marcó su décimo gol en el minuto 10, al recoger el rechace del meta tras chut de Messi, que había rematado un centro de Alba después de apertura del propio Leo, situado como ‘falso nueve’. La mejor sociedad de este Barça, Leo-Jordi, fabricó este primer gol.
Paradójicamente, el Barça se sintió más incómodo con el partido a favor. En parte, porque fue incapaz de mantener el control a partir de la posesión, sino que tuvo que hacerlo a través del repliegue tras pérdida y de la buena concentración defensiva, especialmente de los centrales, Piqué y Lenglet, impecables un día más. Y en parte, porque Prieto Iglesias se comió una falta clamorosa de Hugo Mallo a Alba en la frontal del área, siendo último defensa, cuando el lateral barcelonista se iba solo hacia Rubén Blanco en una contra y recibió la patada del lateral, un compendio de malas maneras que debió haberse ido a la ducha antes de la media hora. Pero no: en el minuto 90 seguía dando leña a Jordi Alba.
A pesar de la imprecisión barcelonista y de cierto dominio del Celta, que había subido la intensidad, solamente un disparo lejano de Maxi Gómez en el primer tiempo exigió a Ter Stegen. Fue Messi, que hasta el momento había estado inusualmente fallón y poco eficaz en el regate por el centro, quien puso el segundo, aprovechando un gran centro de Jordi Alba y que Luis Suárez había arrastrado a los centrales, un movimiento de delantero inteligente que dejó a Leo solo por el centro del ataque. Y eso es letal para cualquier equipo del mundo.
Segundo tiempo para olvidar
Con Arthur y Coutinho, Valverde buscó encarar el tramo final de partido con fútbol-control, pero ni uno ni otro están en su mejor momento. Excepto en fogonazos como una internada de Semedo que Messi no pudo rematar cómodamente en el área y un lío frente a la portería de Ter Stegen tras un córner, el segundo tiempo fue un auténtico tostón